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Es tiempo de boicotear a la industria de la adoración

Es tiempo de boicotear la industria de la adoración porque no debería ser el dinero el que guíe lo que las iglesias cantan. Es una industria, por el amor de Dios. Debe producir dinero, y debe mantenerse creando estrategias para producir aún más. Entonces, no nos da lo que realmente necesitamos, como la buena música de iglesia lo hace, nos da el entretenimiento que nos apetece.

Los boicots de la cultura cristiana raramente hacen algo bien. Generalmente nos hacen parecer arrogantes, huraños y desconectados, a la vez que incrementamos la publicidad a quien sea que nos irrite.

¿Alguien recuerda a los Bautistas del Sur y su obsesión bizarra con Disney veinte años atrás?

No, ese tipo de boicots generalmente no son buena idea.

Pero pienso que quizá sea este el tiempo para un tipo de boicot diferente. No contra corporaciones y organizaciones a las que, como Disney, no puede importarles menos lo que pensamos.

Es tiempo, para nosotros, de boicotear a una industria que le importa mucho lo que toda la iglesia piensa. Nosotros somos su única esperanza de permanecer a flote.

Es tiempo de boicotear a la industria de la adoración.

1. Es tiempo de boicotear la industria de la adoración porque no debería ser el dinero el que guíe lo que las iglesias cantan. Es una industria, por el amor de Dios. Debe producir dinero, y debe mantenerse creando estrategias para producir aún más. Entonces, no nos da lo que realmente necesitamos, como la buena música de iglesia lo hace, nos da el entretenimiento que nos apetece. Mientras que antes la canción congregacional era diseñada por pastores, teólogos y poetas, la industria de la adoración ha hecho adoración sobre su propio telón verde, dándonos solo a los “artistas” y la música más vendibles. Y tal como lo hace todo buen marketing, éste parece discernir al menos un poco de lo que somos. Así que, en lugar de buscar la belleza y el arte, nos hemos dejado enganchar por lo mundano.

2. Es tiempo de boicotear a la industria de la adoración porque crea sus propios ídolos. La cultura cristiana está obsesionada con las celebridades “líderes de adoración”. Crean muchos seguidores, fans devotos, libros bestseller, poleras, contratos de grabación, ya sabes, todo el negocio. Y como a los protagonistas de una película de superproducción, ellos son la atracción. A ellos se les pagan los dinerales. Son los que venden entradas y colillas de los asientos. El problema con esto es que las iglesias están modelando sus reuniones en el entretenimiento comercial, traen un ambiente de concierto de rock a los santuarios y transforman a los feligreses de adoradores en admiradores de Chris Tomlin (et al.). La industria de la adoración necesita que esto ocurra. Necesitan que nos obsesionemos con estas superestrellas y su música. Estoy seguro de que muchos de ellos son grandes personas con intenciones puras, pero son meros peones en el juego de la industria. Y hemos sido ansiosamente obligados por mucho tiempo, la industria ha tomado el tiempo sagrado de la iglesia, una vez reservado para nuestra narración cristiana, y lo ha llenado con becerros de oro de entretenimiento.

3. Es tiempo de boicotear la industria de la adoración porque la voz de la congregación debería ser lo primordial. La industria de la adoración imita el estilo de los géneros comerciales convencionales, que solo son actuación. Su material no es tomado orgánicamente de la gente. No es diseñado teniendo al buen canto congregacional en mente, sino para que un individuo o grupo particular actúe para una audiencia pasiva. No es que la música comercial sea inherentemente mala, es solo que no es lo correcto para nosotros. Necesitamos música que podamos dirigir desde la banca de corazón y sanamente, no una experiencia que simplemente dejamos que nos pase.

4. Es tiempo de boicotear a la industria de la adoración porque el emocionalismo no es adoración. El único propósito de la música comercial es engancharnos, hacernos sentir algo, hacernos desear su producto en un nivel sensorial. Esto es manipulación emocional en su máxima expresión. Deberíamos estar enojados por ello, pero en lugar de eso estamos embelesados.

5. Es tiempo de boicotear a la industria de la adoración porque ser simplemente un silencioso consumidor insatisfecho no arreglará nada. Hay muchos otros como tú: de todas las edades, denominaciones y trasfondos culturales. Lo que hemos hecho con la adoración te avergüenza. Tus sentidos están embotados por la falta de arte, la manipulación emocional generalizada. Pero permaneces en iglesias controladas por la industria de la adoración, quizá por el bien de tu familia, quizá porque todos tus amigos van ahí, quizá porque encuentras cierta afinidad teológica. Pero es tiempo de hablar o irse. Debemos hacerlo. La adoración congregacional es más importante que los programas para tu familia. Es más importante que tus relaciones sociales. Es teológico en su núcleo, así que la afinidad que sientes quizá sea menos profunda de lo que crees. Tenemos que hacernos oír. El estrangulamiento de la industria nos hace famélicos, nos priva de los nutrientes que necesitamos tan desesperadamente, Palabra y Sacramento, y ofreciéndonos los carbohidratos vacíos del entretenimiento comercial en su lugar. Nos está matando, y consentimos a la lenta, agonizante muerte.

Así que, estoy hartado de la industria de la adoración. No es por despecho. No es con falsa modestia o sensacionalismo. Es una cuestión de conciencia. No puedo más con esto.

No compraré su música. No escucharé sus programas radiales. No iré a sus conciertos. No adquiriré sus cancioneros. No voy a asistir o servir en una iglesia que hace todo esto sin siquiera discutirlo.

Así que, ¿Quién está conmigo?

Es tiempo de parar de imitar a la cultura pop.

Es tiempo que aprendamos cómo cantar y hacer música otra vez, en lugar de permitirle a otros hacerlo por nosotros.

Es tiempo de redescubrir el lugar apropiado para la música en la adoración congregacional.

Es tiempo de terminar con la Hillsongización, destronar a nuestros ídolos americanos, y otra vez fomentar belleza y arte creativos, especialmente en nuestros niños.

Es tiempo de hacer adoración con la participación de las personas otra vez, no solo un buen show para vegetar una hora.

Es tiempo de dar un paso radical. Está configurado para fallar, y no hay forma de arreglarlo.

Todo este asunto es absurdo, en cualquier caso. Pues, de todas maneras, no hay una real industria de la adoración, solo un grupo de entidades comerciales que deben llamarse a sí mismas de ese modo porque su sola existencia lo requiere así.

No dejes que te engañen. La adoración congregacional no depende de la producción de materias primas y bienes.

Todo comenzó cuando desde la nada nuestro buen creador llamó a existencia a todas las cosas.

Nuestro redentor fue engendrado, no creado.

Puedes conservar tu industria de la adoración. Con un gran libro, un pedazo de pan y un poco de vino, tenemos todos los materiales que necesitamos.

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Originalmente publicado en Patheos. Traducido por Luis Aránguiz.

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