Hoy somos más conscientes que nunca de que todo está interconectado. El cambio climático, la pandemia que estamos viviendo, las redes sociales y un largo etcétera dan cuenta de ello. Por otra parte, la virtualidad, la llamada era digital, la inteligencia artificial y otra vez un largo etcétera, nos muestran la complejidad y ampliación de lo que solemos llamar realidad.

En este contexto tan interpelante como fascinante, cabe hacerse la pregunta por la situación y la realidad del ser humano. No sólo sobre su quehacer o actuar, es decir, sobre los dilemas ético-morales que estas complejidades le presentan, sino por una pregunta más identitaria: ¿Cuál es su propia realidad? Claramente, esta pregunta puede ser abordada desde muchos saberes y disciplinas, desde las ciencias básicas, pasando por las ciencias sociales, la filosofía y la teología. Esta última convocada, porque las preguntas más hondas exigen no caer en reduccionismos, ni restringirse a una inteligencia acotada a unos límites hoy cuestionables, justamente, por la complejidad de lo real y la conciencia de que el vivir aspira a saber vivir, es decir, a una vida con sabiduría.

La obra que comento en estas líneas aborda justamente la pregunta por la realidad humana en referencia a su ser existencial relacional fundante, es decir: ser imagen de Dios. Se trata de un libro teológico, es decir, desarrolla esta categoría desde las fuentes de la revelación, tanto desde la Sagrada Escritura, como desde su acogida en la Sagrada Tradición. También es un libro de teología sistemática, porque aborda la categoría de imagen de Dios desde los principales tratados de teología, a saber: Dios Trinitario; Cristología; Antropología Teológica (en sus tres apartados: creación, gracia y pecado, escatología); Eclesiología; Sacramentos y Espiritualidad. Esta metodología para abordar la categoría hace que podamos decir que se trata de un verdadero manual: “una síntesis bíblico-teológica de la categoría imagen de Dios en la tradición católica” (como lo dice el subtítulo de la portada).

Esta obra está realizada con minuciosidad y rigor intelectual, pero también con una narrativa comprensible para un lector o lectora que se inicia en el estudio teológico. También, a mi juicio, es un libro esperanzador y renovador. Me explico: suele ser una experiencia común que cuando nos encontramos cansados, algo mareados por los movimientos de la vida, afectados por situaciones difíciles, experiencias que no resultaron como queríamos, excesos de información y posibilidades, necesitamos un tiempo de calma para mirarnos y mirar la vida, recomponernos para seguir. Este libro teológico nos brinda esa posibilidad mediante su lectura, porque nos presenta cómo Dios nos mira, el proyecto abierto y bueno que tiene para nosotros, lo que somos desde Él en su Hijo. Nos explica nuestra condición existencial desde la relacionalidad original, llamados a la vida con gratuidad amorosa que se mantiene firme y siempre abierta a un vínculo aún mayor: ser hijos en el Hijo. Nos renueva, porque nos descansa del quehacer, para mostrarnos lo que Dios ha hecho por nosotros. Podemos reposar en su gratuidad amorosa que nos ha sellado, fundando nuestra inalienable dignidad, grandiosa creatividad y vinculante responsabilidad.

Permítame una palabra final sobre el autor, antes de que comience a disfrutar la lectura. Conozco al profesor Pablo Uribe Ulloa desde hace más de dos décadas, compartimos no sólo el ser colegas, sino también la amistad y sé que ha puesto esta obra, construida con dedicación y con cariño, a disposición de todos, movido por su vocación de teólogo biblista y educador, buscando poner el don que Dios le dio al servicio de su Pueblo. Por eso, con la gracia de Dios, espero que su estudio sea un motivo de renovación espiritual y del compromiso con la fraternidad humana.

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El autor es Dr. y Decano Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía, Universidad Católica de la Santísima Concepción.