Cuando atacan a mi vecino (que nunca he invitado a mi mesa)
Resumen del post:
Si no alcanzamos a escuchar de ataques y asesinatos en otros lados lejanos a nosotros y fuera del mapa del poder geopolítico del mundo, no convirtamos estos eventos tan tristes para toda la humanidad (la misma raza) en izamiento de banderas propias en desmedro de otros grupos.
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Fecha:
18 julio 2016, 03.39 AM
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Autor:
Matías Vallvé
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Publicado en:
Actualidad y Opinión
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Cuando atacan a mi vecino (que nunca he invitado a mi mesa)
Si no alcanzamos a escuchar de ataques y asesinatos en otros lados lejanos a nosotros y fuera del mapa del poder geopolítico del mundo, no convirtamos estos eventos tan tristes para toda la humanidad (la misma raza) en izamiento de banderas propias en desmedro de otros grupos.
Estas líneas inicialmente pretendían ser publicadas en los días siguientes a la masacre de Orlando, EEUU, pero los días y hechos que le sucedieron hicieron que el objetivo inicial de este escrito quedara, en cierta forma, obsoleto o al menos ya no fuese tan relevante. Sin embargo, no ha tardado mucho antes de que un nuevo atentado terrorista en el mundo dejara en evidencia nuevamente la actitud que muchos cristianos evangélicos toman cuando se trata de solidarizar con aquellos que han sido víctimas de un ataque no son “hermanos en la fe”.
Los días siguientes al atentado en una discoteca identificada con la comunidad gay en Orlando, USA, surgió un fenómeno en la redes sociales (específicamente hispano-hablante) el cual pretendía contrarrestar la atención de los medios sobre el atentado en Orlando. Aquella masacre, donde murieron 50 personas, había sido presentada como un atentado directo a la comunidad gay, lo que lo hacía supuestamente distinto a otros ataques terroristas, aún cuando el autor de la masacre había expresado (antes de hacer el atentado) que sus motivos estaban estrechamente ligados con la agenda de ISIS. Los medios de comunicación occidentales ciertamente le dieron gran cobertura, y las redes sociales se llenaron de apoyo hacia las víctimas y sus familiares. No obstante, no todos estaban tan convencidos con solidarizar con la comunidad gay, sino que por el contrario comenzaron una (anti)propaganda para contrarrestar el foco de los medios y redes sociales en el lamento de la comunidad gay en EEUU. Comenzó así a publicarse una y otra vez la ‘noticia’ de la “masacre de 147 cristianos en Kenya.” Los enlaces compartidos, en su mayoría, direccionaban a blogs personales que compartían la noticia, pero no a la fuente de la noticia misma. Corrieron los días y la “masacre en Kenya” se (re)posicionó en los trending topics de las redes sociales, llamando incluso la atención de la prensa anglo-parlante.[1] ¡Misión cumplida! Ya no todos hablaban del dolor de la comunidad gay atacada, sino que “mejor aún” se había creado un sentimiento anti-prensa-mediática que reprochaba la falta de cobertura de la noticia en Kenya. La teoría conspirativa detrás de tanto “compartir enlace” suponía que los medios estaban ignorando tal masacre porque 1) los muertos eran de África y 2) porque eran cristianos.
Sin embargo, poco sabían aquellos ávidos lectores de redes sociales (en su mayoría cristianos evangélicos) que tal ‘noticia’ había ocurrido a más de un año (abril 2015) de lo ocurrido en Orlando; y que tal ataque en Kenya fue dentro de una universidad donde murieron estudiantes cristianos y no cristianos. La verdad es que fue bastante patético ver que esa noticia (que ya no era noticia) fuese compartida con el fin de “igualar” o “competir” con el atentado reciente en Orlando. Esto no es una competencia por cuál ha sido el ataque terrorista más grande, o por cuál ha tenido más o menos cobertura periodística.
Los cristianos estamos llamados a “llorar con los que lloran” (sea cuál sea el trasfondo de quien llora). Y si no lloramos hace un año atrás por los 147 estudiantes asesinados en Kenya, ¿por qué hacerlo ahora? ¿Para excusarnos de no llorar por los que murieron en Orlando? ¿Acaso quienes re-publicaron la noticia del atentado en Kenya estaban llorando realmente por aquellos muertos de hace más de año? Más aún, lo más probable es que, dependiendo de cuán fundamentalista/conservador seas, ni siquiera considerarías como “cristianos” a varios de aquellos “estudiantes cristianos asesinados”, si conocieras personalmente sus creencias cristianas y vivieran en tu mismo país. Esto nos hace aún más hipócritas.
Durante ese mes de Abril 2015 hubo otros 21 atentados terroristas en el mundo con más de 174 muertos, y no se vio a nadie postear nada acerca de ellos. Es más, dentro de los 5 días siguientes al ataque en Orlando hubo más de 15 ataques terroristas en el mundo con más de 100 muertos (en uno de esos ataques murieron 52 personas, en Camerún). ¿Dónde estuvieron tus (y mis) posteos por aquellos muertos?
El reciente ataque en Bagdad[2] (con más de 165 muertos) vuelve a dejar en evidencia nuestra falta de solidaridad genuina para con aquel que llora (independientemente de su creencia y trasfondo). En este ataque hubo más muertos que en Orlando, y quienes murieron no son gays… “¿Me será útil como material contra-propagandístico? ¡Aaah, pero un momento, no eran cristianos! Así que no vale la pena ni informarme más sobre ellos, ni compartir los enlaces, ni llorar con ellos”. ¿Pensará así nuestro subconsciente evangélico?
Ciertamente, la falta de cobertura mediática (en relación de otros ataques en Occidente) del reciente ataque en Bagdad vuelve a traer a la mesa la discusión de por qué darle más cobertura periodística a algunos eventos de esta magnitud y no a otros del mismo o mayor calibre (pero que no son en Occidente). ¿Hay algún problema en compartir la noticia sobre un ataque terrorista ocurrido en un lugar y no compartir la noticia de otro ataque terrorista ocurrido en otro lugar del planeta? Algunos creen que sí, otros creen que no. Sea cual sea la apreciación personal de cada uno, hay que reconocer que es casi imposible mantenerse al tanto de todos y cada uno de los ataques de ese tipo que ocurren en el mundo semana tras semana, por lo cual no necesariamente es “discriminatorio” el hecho de que a ratos seamos selectivos a la hora de compartir este tipo de hechos noticiosos, lo cual no nos absuelve de procurar ser empáticos y sensibles con aquellos sucesos que no alcanzamos a compartir en la redes sociales. Sin embargo, si vamos a compartir una noticia de este tipo que en ningún caso,… escúchame bien, que EN NINGÚN CASO SEA EN DESMEDRO de otras muertes o ataques (ya sea de gays, musulmanes, budistas, judíos, rusos, blancos, negros, flacos o gordos). Todas las vidas valen igual para nuestro Dios, y si simplemente no alcanzamos a escuchar de ataques y asesinatos en otros lados lejanos a nosotros y fuera del mapa del poder geopolítico del mundo, no convirtamos estos eventos tan tristes para toda la humanidad (la misma raza) en izamiento de banderas propias en desmedro de otros grupos. ¡Qué cosa menos cristiana es esa!
En lugar de pretender izar nuestra bandera del cristianismo al tratar de “jugar al empate” (como lo hacen los partidos políticos), destacando ataques a cristianos por sobre ataques a otros grupos, debemos mostrar compasión verdadera por el asesinato de cualquier humano independiente de su ideología, raza, trasfondo o religión; orar por las familias de la víctimas, los pueblos y ciudades involucradas y trabajar por la paz de nuestra sociedad.
Finalmente, aquella actitud apática hacia aquellas víctimas (geográfica e ideológicamente) lejanas a nosotros será la misma que tendremos hacia nuestro vecino que no nos cae bien y que le entraron a robar. Por eso quizás una buena forma de comenzar a cultivar un corazón genuinamente compasivo sería invitando a aquel vecino a tu mesa. Tal vez allí, al conocerlo, encontrarás una empatía y solidaridad que te permita después llorar con aquellas víctimas muy lejanas que están llorando mucho, y por quienes nuestras oraciones y solidaridad pueden efectivamente hacer una diferencia.
Dios tenga compasión de nosotros los cristianos sin compasión (me incluyo).
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