La sociedad del cansancio y el descanso cristiano, un comentario a Byung Chul Han
Resumen del post:
-
Fecha:
14 junio 2021, 03.23 AM
-
Autor:
Javiera Abarca
-
Publicado en:
Comentario de libros
-
Comentarios:
0
La sociedad del cansancio y el descanso cristiano, un comentario a Byung Chul Han
Han, Byung-Chul, La Sociedad del Cansancio, Herder, Barcelona, 2012 (trad. Arantzazu Saratxaga Arregi), 81 págs.
Byung-Chul Han es un filósofo surcoreano que se ha hecho muy conocido en este último tiempo. Nació en Seúl en 1959, estudió filosofía en la Universidad de Friburgo, donde se doctoró con una disertación sobre Heidegger, y también estudió literatura alemana y teología en la Universidad de Münich.
El libro del que venimos a hablar es, justamente, una de sus obras más reconocidas; La sociedad del cansancio, publicada en 2010 en idioma alemán. En este libro Byung-Chul Han hace una crítica a nuestra época, retomando elementos de Heidegger, Hannah Arendt, Hegel, Foucault, Nietzsche, entre otros, a través de un análisis de la sociedad que nos precedió, la moderna.
Han comienza comparando nuestra sociedad con aquel Prometeo que se vuelve presa del cansancio infinito, que se encuentra en una relación de autoexplotación consigo mismo (9). Este Prometeo es la figura de la sociedad del cansancio, nuestra sociedad. Podemos decir que la época que nos precedió se caracterizó por las enfermedades virales y bacteriales, lo que los obligaba a inmunizarse. El miedo, por tanto, era a lo extraño, a lo desconocido, al otro, pero ese no es el miedo de nuestra sociedad.
Las enfermedades de nuestra época se deben a un exceso de positividad y una desaparición del otro, lo que se traduce en una sobrestimación del Yo, es decir, el problema ahora está en lo idéntico. Esto significa que lo violento ya no viene de afuera, sino que está en un mismo. Es una violencia neuronal, una violencia sistémica inmanente, que se encuentra en lo idéntico. Es por eso que las enfermedades de nuestra época no son las virales o bacteriales (podemos pasar por alto el Covid19), son las enfermedades neuronales, la depresión, ansiedad, TDAH, estrés, etc.
La crítica de Han va hacia la sobreabundancia de positividad que existe en la sociedad que vivimos, una sociedad de rendimiento, que está perfectamente retratada por el lema “yes, we can”. Este es el imperativo de rendimiento que la sociedad se autoimpone: somos capaces de todo lo que nos propongamos hacer. Esto es finalmente lo que produce personas depresivas que se sienten fracasadas, son aquellos animal laborans que se autoexplotan.
Este exceso de positividad no da paso al aburrimiento, no admite el hacer “nada”, porque al hacerlo no estamos produciendo. Esto también implica que en nuestra sociedad exista muy poca creación, porque es el aburrimiento profundo el que da paso a un proceso creativo. No podemos crear cuando estamos sometidos a un exceso de estímulos, y no tenemos tiempo para la vita contemplativa.
El exceso de estímulos, que es lo que nos impone que debemos reaccionar inmediatamente, produce más bien un agotamiento profundo, produce una sociedad del cansancio, que no es un cansancio por las actividades, es un cansancio del Yo. La crítica es a una sociedad de personas que están encerradas en ellas mismas, siendo su propio Yo el que termina destruyendo toda la comunidad. Si este Yo se abriera al mundo, entonces no seríamos víctimas de un cansancio destructivo, sino de un cansancio que “[…] afloja la atadura de la identidad. Las cosas brillan, relucen, y vibran en sus cantos. Se vuelven más imprecisas, más permeables y acaso pierden algo de determinación” (76).
Este cansancio no-destructivo es el cansancio fundamental, un cansancio que no agota, es más bien un “descanso”, pues el mismo Han menciona el descanso de Dios al séptimo día de la creación, y el descanso de los apóstoles en el Pentecostés. En el séptimo día, Dios, descansó de todo el trabajo que había hecho, y se tomó un momento para contemplar (acá se hace presente, también, la vita contemplativa) aquello que había creado, estimando que era bueno. Este es el cansancio del “no…”, de la potencia negativa: “Dios, después de la creación, declaró el séptimo día sagrado. Sagrado, no es, por tanto, el día del para qué, sino del ‘no…’, un día en el que se hace posible el uso de lo inutilizable. Es el día del cansancio”(78).
Este es el tipo de cansancio, o mejor dicho descanso, que necesita la sociedad postmoderna, lo que deja patente una crítica hacia el capitalismo implícita en la obra de Han. Pues, esta es una sociedad que invita constantemente a la producción incesante, esto es lo único que importa, no hay espacio para el descanso, para el simple no-hacer. Esta influencia del capitalismo está tan arraigada en la mente de las personas que hace se juzguen a ellas mismas cuando se encuentran en el no-hacer, sienten que tienen que hacer cualquier cosa para llenar el “vació” del no-hacer. Lo que debemos comprender es que el no-hacer es parte del hacer. Dios descansó el séptimo día como parte del mismo acto creativo.
Otra analogía, también bíblica, que vale la pena analizar es la del evento del Pentecostés. El día de Pentecostés es equivalente también el séptimo día de la creación; es este día, cuando judíos reciben al Espíritu Santo, el día que descansan de todo el agotamiento producido por la actividad incesante de usar su propia energía natural. La venida del Espíritu Santo significa el descanso de las obras, de vivir bajo nuestra propia energía, para comenzar a vivir en la energía de Dios, entregada por el Espíritu Santo. Esto da cuenta del cansancio profundo, saludable, que viene cuando el Yo se abre al mundo, se abre al otro. Porque es este día cuando el Yo se abrió al Espíritu Santo, se abrió a otro y lo recibió como parte de sí. Y no solo se abre al Otro, que es Dios mismo, sino que también se abre al otro que son sus hermanos en Cristo. Posterior a este día también se comienza a integrar a los gentiles a la Iglesia, con lo que la apertura al “otro” se hace mucho mayor.
Sin duda alguna este es un libro que vale la pena leer. La crítica del filósofo coreano a la posmodernidad parece ser muy acertada, al menos en primera instancia. Al mismo tiempo, es un libro de fácil acceso y lectura, y corta extensión, lo que ha hecho que reproducción sea tan masiva como lo ha sido. Su fama no es en vano, el contenido es más que interesante y acertado en muchos puntos. Es un libro de entrada hacia un mundo en cuanto a filosofía política, filosofía moderna en general, y crítica hacia la posmodernidad en específico.