Estudios Evangélicos

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Los evangélicos y la constituyente (1978)

Nota introductoria

Pedro Arana Quiroz (1938-) es una prominente figura evangélica latinoamericana. Nacido en Perú, es ingeniero químico y pastor de la Iglesia Presbiteriana desde 1980. Cursó sus estudios teológicos en la Universidad de la Iglesia Libre de Escocia en Edimburgo, donde presentó un relevante trabajo que luego fue publicado como libro por la prestigiosa editorial reformada Banner of Truth bajo el título de “Providencia y Revolución” en 1970. Trabajó intensamente en la International Fellowship of Evangelical Students (IFES) a nivel regional, organización a la cual pertenece el Grupo Bíblico Universitario (GBU) en Chile.

El pastor Arana se ha desempeñado en una multiplicidad de actividades evangélicas desde su juventud. Sin embargo, una de las experiencias que lo sitúa como un referente de alta importancia para el contexto chileno actual, es que, invitado por el partido Aprista peruano, participó como miembro de la Asamblea Constituyente del Perú, convocada en 1978 por el régimen militar de aquel entonces.

El presente documento es una carta remitida por Pedro Arana en abril de 1978 a unos 300 amigos y que tuvo una amplia difusión que le granjeó numerosos apoyos. Teniendo como trasfondo una clara distinción de esferas entre iglesia y política, en este texto se aprecian varios tópicos de interés, destacando la preocupación por el avance socioeconómico, el resguardo de libertades fundamentales y la defensa de la familia como núcleo de la sociedad. Todo ello arranca desde su confesionalidad y teología reformada. Así pues, esta es una de tantas otras experiencias que muestran la vitalidad pública que puede emerger desde un pensamiento cristiano que, mirando a lo eterno, no está por ello desatento a los tiempos.

LAK
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Los evangélicos y la constituyente

El Gobierno Militar de las Fuerzas Armadas ha hecho un llamado a la ciudadanía para elegir 100 representantes, quienes formarán la Asamblea Constituyente, la cual tendrá la importante y delicada tarea de dar una nueva Constitución al país. Se trata pues de confeccionar y promulgar la nueva Carta Magna, que ha de poner los fundamentos e indicar la dirección del tipo de sociedad que queremos construir en el Perú.

La presencia de nosotros, los evangélicos, como una minoría consciente y responsable en la vida del país es un factor decisivo en la construcción de una sociedad pluralista, más justa y respetuosa de los derechos de todos los peruanos. Por ello debemos esperar que la Asamblea Constituyente que surja del voto ciudadano tenga el discernimiento para reconocer las transformaciones positivas en bien de todo el pueblo peruano que se han realizado en las últimas décadas; tenga el coraje para suprimir antiguas discriminaciones y particulares privilegios de clase; así como para tomar en cuenta las antiguas aspiraciones las justas aspiraciones de la totalidad del pueblo peruano. Tenemos por ello, como ciudadanos que entregar nuestro voto.

Partiendo de la convicción bíblica y evangélica del Señorío de Jesucristo sobre su pueblo y sobre el mundo, al recibir la invitación de un partido político, cuya ideología no es antagónica a mis convicciones cristianas, y con el compromiso único de actuar como un ciudadano peruano, cristiano evangélico, acepté la nominación para participar en su lista. Mi ubicación es, pues, lista C, N° 69.

Hay anhelos y derechos fundamentales que como ciudadanos evangélicos tenemos, como por ejemplo:

1. La búsqueda de un orden social más justo, que devuelva sus derechos a los pobres quienes constituyen la mayoría en el Perú y también en las filas evangélicas

2. La búsqueda de nuevas formas institucionales que garanticen la plena libertad religiosa para todos los habitantes de la República; así como el mismo respeto y tratamiento en la sociedad para las minorías religiosas.

3. El ejercicio de la libertad de expresión e información sin discriminación, ni coacción.

4. El respeto a la integridad de la familia como célula básica de la sociedad, y la utilización del sistema educativo y los medios de comunicación para dignificar y enriquecer la vida familiar.

Los evangélicos aceptamos la autoridad de la Biblia y por ello creemos en la necesidad de buscar un orden social más justo que el actual. Sabemos también, que el Reino de Dios, aspiración de todos los hombres, únicamente será implantado por nuestro Señor Jesucristo. Pero, que en la contingente vida actual, tenemos que participar en el proceso histórico de nuestro país, tomando opciones, que jamás deberán tener para nosotros carácter último y definitivo, pero que nos dan la oportunidad de cumplir con nuestra función de sal y luz. Elementos que impiden la deterioración, por una parte, y que ofrecen un rumbo, por otra.

Dicho esto, debemos ser conscientes que los peligros son múltiples, y que sería desastroso minimizarlos. Pero, nuestra fe está puesta en el Eterno y Soberano Dios, Padre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, quien está en el control de la historia, y que quiere la participación de su pueblo, comprometida con Él y responsable en su mundo. Por lo tanto, creemos que el dar una nueva Constitución al Perú, que respondiendo a la realidad del país, garantice niveles más justos de vida para todos los peruanos es algo de suma importancia, pero, al mismo tiempo, somos muy conscientes, que esto puede ser cauce sin río, es decir, que tengamos la letra, pero no el espíritu y la voluntad de su cumplimiento, por eso tenemos un llamado a no olvidar “la locura de la predicación”, el anuncio de Jesucristo crucificado y resucitado, su exhortación al arrepentimiento para con Dios y su invitación a la fe en Él, porque es de este encuentro con Él, que nace el hombre nuevo, que el Perú necesita para llevar adelante las transformaciones positivas y constructivas que todo el pueblo anhela.

Lima, 18 de abril de 1978.