Estudios Evangélicos

¡Bienvenidos!

#

Una propuesta de soberanías para nuestra realidad y vida pública. Reseña del libro “Ni un centímetro cuadrado. Una introducción al pensamiento reformacional”

Fe Pública, “Ni un centímetro cuadrado. Una introducción al pensamiento reformacional. Libros de Teología, Santiago, 2021. 115 páginas.

¿Cómo interpretar la realidad que nos rodea desde una cosmovisión cristiana y fielmente escritural? ¿A qué o a quienes acudir cuando se quiere reflexionar y actuar seriamente respecto de nuestro rol cristiano en la vida pública? ¿Hay algún conjunto de piedras más firmes sobre el cual acercarse a la arena pública, que vaya más allá de un par consignas o de algunos temas importantes pero insuficientes? ¿Qué opción, genuinamente cristiana, puedo plantear en la plaza pública frente a los excesos del liberalismo progresista de gran parte de la izquierda y del liberalismo economicista e individualista de buena parte de la derecha? ¿Qué lugar debiéramos conferirle al Estado, al mercado y a la sociedad civil en medio de muestra vida social? ¿Qué cabría esperar de una propuesta de vida en común desde una inspiración y contenido cristiano?

Este tipo de preguntas tienen buenas respuestas o aproximaciones en el reciente libro del núcleo de estudios Fe Pública. Se titula «Ni un centímetro cuadrado. Una introducción al pensamiento reformacional», está estructurado en cinco capítulos y nos presenta una tradición cristiana intelectualmente muy fructífera para pensar y vivir la totalidad de la vida sobre la base de la Verdad de aquel que es Soberano, “porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades”. Los capítulos pertenecen a los siguientes autores en el orden de publicación: Luis Pino, Jonathan Muñoz, Luis Aránguiz, Gonzalo David y Javiera Abarca.

El primer capítulo inicia adecuadamente, con quien precisamente fue el iniciador de la tradición cristiana neocalvinista. El autor del capítulo nos introduce en la vida del pastor, político, escritor, periodista y educador holandés Abraham Kuyper (1837-1920), para quien el calvinismo no es solo un dogma, sino una cosmovisión o sistema de vida a través de cual ver y actuar en la realidad humana. Además, no podría quedar fuera un aporte fundamental de Kuyper: la idea de soberanía de las esferas. Esta idea, siguiendo a David Koyzis, implica que (1) la soberanía suprema pertenece solo a Dios, (2) que toda soberanía terrena se deriva y está subordinada a Dios y (3) que no existe una intermediaria soberanía terrenal de la cual las otras sean derivadas. Así, solo Dios es el soberano absoluto y con evidente preminencia respecto de las esferas de la sociedad. Estas esferas, como el Estado, la familia, la economía, las escuelas, entre otras, poseen una soberanía propia que debe ser respetada. Aquí cabe señalar que a Kuyper se le califica acertadamente como un demócrata cristiano, como referente de un proyecto alternativo al liberalismo individualista y el socialismo estatista. Aunque hay que preguntarse si son adecuadas las referencias que plantean la lectura de un Kuyper cercano a la izquierda, por ejemplo cuando el autor señala que con él se está frente a un régimen “socialista”. Kuyper es más bien un socialcristiano.

En el segundo capítulo, el autor correspondiente nos presenta un boceto del pensamiento de Herman Dooyeweerd (1894-1977), quien desarrolló una propuesta filosófica integral basada en la fe cristiana reformada, extendiendo la idea kuyperiana de esferas (sociales) a una diversidad de esferas modales (como la ética, jurídica, económica, social, lingüística, entre otras), que operan con sus respectivas leyes, y que en su conjunto abarcan toda la realidad creada bajo el único y soberano Dios que trajo la creación a su existencia. En dicho escenario, el corazón es el punto arquimediano de la realidad que permite a los seres humanos relacionarse integralmente con lo creado y también con el creador. Allí, en el corazón, a un nivel pre teórico, opera lo que Dooyeweerd denomina el Motivo Religioso Básico (MRB), que es una especie de relato o historia del mundo que da forma y mueve el pensamiento, la cultura y la acción humana. Y por supuesto, hay una serie de MRB opuestos al relato escritural de Creación/Caída/Redención y actitudes idolatras en el corazón, que otorgan adoración y devoción más a la creación que al Creador, a veces sobredimensionando una esfera modal en detrimento de las otras esferas. Por ejemplo, cuando la esfera modal económica y sus respectivas leyes internas son exaltadas a una posición absoluta, afectando otras esferas de la realidad, generando una especie de culto economicista.

En el tercer capítulo, el autor nos presenta a Bob Goudzwaard y su propuesta frente a la globalización desde una comprensión cristiana y neocalvinista. Tal como se señala en este capítulo, el fenómeno globalizador es pluridimensional y un producto de la modernidad con una serie de efectos, varios de ellos negativos, pero que no obstante, puede encausarse o ajustarse. Según Goudzwaard, no debe corregirse según los criterios de la ilustración, sino recurrir a una visión cristiana de la realidad, en la que se deba respetar la soberanía de las esferas a escala global, de modo que las dinámicas del mercado global y sus lógicas internas no permeen o invadan otras esferas de la vida humana que operan con sus propios principios, teniendo una especie de “ley universal” que conlleva el pasar de una economía de mercado, a una sociedad de mercado debido a este proceso de “competitivización de la sociedad”. En ese contexto, llama a los cristianos a responsabilizarse con la defensa de la soberanía de las esferas y encauzar el proceso globalizador conforme a la visión cristiana.

En el penúltimo y cuarto capítulo, su respectivo autor escribe sobre el filósofo norteamericano Nicholas Wolterstorff y sus reflexiones respecto de la democracia liberal y la religión. Wolterstorff plantea que la democracia liberal occidental está siendo dominada por el liberalismo de razón pública. Este tipo de liberalismo complejiza considerablemente la actuación pública de quienes adhieren a una religión debido a que, en palabras de John Rawls las sociedades modernas están caracterizadas por la presencia de una diversidad de doctrinas religiosas, filosóficas y morales omnicomprensivas que resultan incompatibles entre sí, dificultando considerablemente la posibilidad de alcanzar el consenso en la toma de decisiones públicas. La solución del liberalismo de razón pública es dejar fuera del espacio público y relegar a lo privado estas doctrinas omnicomprensivas y su comprensión determinada del bien. Así, por ejemplo, un cristiano no puede apelar a la escritura o sus ideas religiosas para un debate público, sino buscar una especie de fuente neutral, común y “razonable”. Wolterstorff critica esta posición porque la implementación de aquello genera un grupo legitimado y otro grupo excluido de la vida pública, pues a este último se le exige construir sus argumentos excluyendo parte importante de quienes son. De este modo, su propuesta es el derecho de todos los ciudadanos a una completa voz política, permitiendo que puedan presentar sus razones en la arena pública en base a los fundamentos que ellos crean adecuados, incluso si se provienen de una matriz religiosa.

Finalmente, el último capítulo nos brinda un acercamiento al filósofo cristiano Alvin Plantinga y su tratamiento respecto del problema del mal a través de dos respuestas. Este problema dice relación con lo que parece ser una incompatibilidad entre la existencia de Dios y al mismo tiempo la existencia del mal, es decir, si existe un Dios, que se supone bueno y todopoderoso, no debería existir el mal. Plantinga propone una primera solución probando una compatibilidad lógica entre Dios y el mal a través de una defensa del libre albedrío, indicando que Dios podría haber creado un mundo sin mal en un contexto de personas que no serían significativamente libres. Esa libertad es un bien muy preciado, aun si por medio de esa libertad actuásemos al menos una vez mal. Un segundo acercamiento, distinto al anterior, plantea que la existencia de la encarnación y expiación divina es un bien incomparable, de modo que un mundo con este bien es mejor que cualquier otro mundo posible, incluso mejor que un mundo con criaturas sin pecado. Dicho de otra forma, es mejor un mundo con pecado y maldad pero, por lo tanto, también con la existencia de la inconmensurable grandeza de la redención.

Así entonces, es bastante razonable indicar que este es un libro que resulta ser un buen aporte para aquellos que buscan descubrir o adentrarse en una rica veta de la gran tradición cristiana de reflexión intelectual sobre nuestra realidad y especialmente el espacio público. Asimismo, cabe decir que se lamenta la acotada dimensión del texto. Las poco más de 100 páginas resultan en un relevante introducción, pero que generan seguramente generaran apetito por profundizar mucho más en los pensadores y temáticas aquí tratadas. Esperamos que en su soberanía, Dios impulse a los autores a seguir escribiendo para su Gloria y la bendición de los lectores. Y no solo aquellos lectores reformados, sino también para los pentecostales y neopentecostales que, en general y con mayor masividad, hoy parecen estar interesados en reflexionar e incidir sobre el espacio público.

Por cierto, no puede pasarse por alto el contexto sociopolítico y espiritual en que se escribe y se lee esta obra. Hay amplias y diversas necesidades en este convulso y tensionado país. Y por el momento, quienes suelen tener una voz pública más pronunciada, suelen instalar esperanzas poco ponderadas en El Estado, o bien en el mercado. Ese exceso de esperanza muchas veces también va acompañado de una actitud de sacralización.

Por su parte, la tradición cristiana, y en este caso neocalvinista, propone a nuestro juicio una adecuada arquitectura sociopolítica, lejos de posiciones totalizantes y desintegradoras de los lazos sociales, de carácter democrática y pluralista, atingente a las sociedades modernas (caracterizadas por su alta especialización funcional), con una visión que contempla la necesaria protección social requerida frente a las diversas situaciones de desigualdad, como también la necesaria defensa de la libertad y el pluralismo con la existencia de una sociedad civil robusta. Por ello, una lectura como esta puede reportar buenas dosis de reflexión, inspiración, bendición y sanidad para un contexto como el que hoy vivimos.

Ángelo Palomino, analista político. Oikonomos.