Estudios Evangélicos

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Ciencia y religión: ¿Necesariamente en conflicto?

Lo que es claro es que la examinación de la relación entre ciencia y religión requiere un marco analítico serio, sistemático y abierto, y el reconocimiento de las diversas actitudes pre-científicas que permean toda la discusión.

1. El (supuesto) problema[1]

 

Con la publicación de ‘History of the Conflict between Science and Religion’ en 1874, John Draper populariza una tesis historiográfica que sugiere que ciencia y religión son dos fuerzas culturales que están necesariamente en conflicto[2]. Esta idea se ve reforzada por la posterior publicación de ‘History of the Warfare of Science with Theology in Christendom’ de John White en 1896 y así se da la bienvenida al Siglo XX,  el siglo en el cual la ciencia ha logrado penetrar la sociedad occidental como nunca antes.

 

A la luz de la influencia actual de la tesis del conflicto ciencia-religión (la cual ha sido abrazada por personajes como Dennett y Dawkins), la verdadera pregunta que cabe hacerse es ¿están las creencias religiosas y científicas necesariamente en conflicto? Responder esta pregunta no es fácil dado que a lo largo de la historia la relación entre creencias científicas y religiosas ha sido definida de forma tumultuosa, ambigua, y muchas veces, desde proselitismos de ambos bandos (Gould, 1999). A continuación quisiera revisar 4 formas en las que se puede entender la relación entre creencias religiosas y científicas para concluir con la idea de que la ciencia es consistente con la creencia de un Dios creador, y que por lo tanto, las creencias religiosas cristianas se complementan perfectamente con las ideas que impulsan el desarrollo científico, idea que, por lo demás, parece poseer amplia evidencia histórica.

 

2. Mapeando el Territorio

 

En la literatura se pueden distinguir al menos 4 formas de definir la relación entre ciencia y religión (ver Polkinghorne, 1998):

 

Non-Overlapping Magisteria: algunos autores defienden la idea de que ciencia y religión son empresas que no se superponen entre ellas (Gould, 1999). Este enfoque – llamado NOMA (non-overlapping magisteria) – sugiere que ciencia y religión lidian con aspectos diferentes de la experiencia humana, y por lo tanto, su autoridad se ejerce dentro de magisterios que son independientes. Las creencias religiosas y científicas surgirían de la exploración y análisis de problemas de distinto nivel. Gould (1999) indica que:

 

La ciencia trata de documentar el carácter fáctico del mundo natural y desarrollar teorías que coordinan y explican estos hechos. La religión, por el otro lado, opera en un reino igualmente importante pero diferente, el reino del propósito humano, significados y valores; áreas donde la ciencia podría iluminar pero que nunca podría resolver.

 

En estricto rigor, este enfoque indica que la ciencia no puede – ni debería – dictar el carácter de la religión, pero a su vez, que la religión tampoco podría dictar el carácter de la ciencia. Algunos han criticado esta postura porque parece ser más ‘diplomática’ que informativa. El NOMA constituiría una postura para ‘evitar problemas’ a la luz de intromisiones que son inevitables entre ambos magisterios (Dawkins, 1998).

 

Enfoque integrativo: Habgood (1964) indica que a lo largo de la historia, las creencias científicas y religiosas han coexistido pacíficamente en distintas culturas (musulmanas, cristianas, indias, budistas, etc.). El enfoque integrativo abraza una motivación normativa que indica que la cooperación entre ciencias y religión debería ser motivada y promovida por los participantes de ambas disciplinas. Principe (2006) indica que tal empresa no es del todo difícil porque mucho del conflicto entre ciencia y religión surge de visiones extremistas de ambos lados, y lo que realmente caracteriza a ambas fuerzas culturales es su potencial para la cooperación.

 

Enfoque del diálogo: Este es uno de los enfoques mejor argumentados desde el punto de vista historiográfico (Barbour, 1997; 2000) y conceptual (Plantinga, 2014). La tesis principal acá es que no existe ninguna característica intrínseca a las creencias religiosas y científicas que las haga estar fundamentalmente en conflicto, y que el aspecto religioso de una creencia se define por el rol que ésta juega en la vida de un sujeto. Como veremos en la próxima sección, la historia de la ciencia parece apoyar fuertemente esta idea. Ahora bien, este enfoque no niega la existencia de algunos conflictos entre ciencia y religión, sin embargo, reconoce que tales conflictos son superficiales y no fundamentales.

 

Enfoque del conflicto: Este enfoque, popularizado por las publicaciones de Draper y White, indica que existe un conflicto inherente a las creencias científicas y religiosas que llega inevitablemente a hostilidad pública. Este argumento, aunque falaz, parece atrapar la atención de muchos dada la observación de tal hostilidad en muchas partes del mundo científico.

 

Ahora bien, autores como Guillermo Paz-y-Miño, Avelina Espinosa y Jerry Coyne indican que existe una incompatibilidad inherente a la forma en que creencias religiosas y científicas son producidas. Esta última idea ha recibido muchas críticas, últimamente lo que ha restado apoyo a este enfoque dentro de la comunidad filosófica.

 

La ‘aparente’ fuerza de este enfoque, Según Draper (1881), proviene de la observación de la relación entre ciencia y religión a lo largo de la historia. El aspecto historiográfico de este enfoque se observa claramente en las palabras de Draper (1881):

 

La historia de la ciencia no es un recuento de descubrimientos aislados. Es la narrativa de un conflicto de dos poderes en contraposición, la fuerza expansiva del intelecto humano por un lado, y la comprensión proveniente de la fe tradicional y el interés humano en los demás.

 

Pues bien, éstas son las 4 formas fundamentales en las cuales se ha entendido la relación entre ciencia y religión. Éstos son los 4 lugares principales del mapa (entendiendo que el mapa no es el territorio). En la siguiente sección quisiera focalizarme en algunas dimensiones de la actual pugna entre el enfoque del diálogo con la tesis del conflicto y ver hasta qué punto podemos hablar de conflicto real.

 

3. Ciencia & religión: ¿Cómo se complementan?

 

Gran parte de la tesis del conflicto ha sido construida teniendo como objeto de su crítica la relación histórica entre creencias científicas y creencias cristianas específicamente (como ejemplo principal de religión monoteísta occidental). Por esto, el resto de este ensayo se centrará en la interacción entre estas dos clases de creencias.

 

Es curioso notar la popularidad de la tesis del conflicto en medio de investigadores jóvenes, y otros no tan jóvenes. Es curioso porque tal tesis no parece estar basada en evidencia histórica en lo absoluto, al menos no en el caso del cristianismo (y para ser justos, tampoco en el caso del islam). Por el contrario, esta tesis parece ser la expresión de una mera actitud, práctica que no se condice con el ethos de un investigador por lo demás (quien debería ser deudor de lo que la evidencia dicta). Cuando echamos un vistazo breve a la historia del desarrollo científico, el apoyo al enfoque del diálogo es apabullante. Francis Bacon – el primero en sistematizar el método científico de la forma en que la ciencia moderna lo tomó -, Galileo, Blaise Pascal, Robert Boyle – quien hasta indicó que el estudio científico guiaba a la glorificación de un Dios creador -, Antoine Lavoisier, Alessandro Volta, Isaac Newton, Michael Faraday, George Lamaitre – primero en proponer la teoría del Big Bang – y Carlos Chagas son solamente algunos de los nombres de científicos que profesaron su creencia en un Dios creador del universo, y además, fundaron lo que se conoce como ‘ciencia moderna’. En la misma línea, el informe ‘100 years of Nobel prizes’ indica que desde el año 1901 al 2005, el 78% de los premios Nobel fueron entregados a cristianos, lo que indica que la relación armoniosa entre cristianismo y ciencia no solo se dio en los orígenes de la ciencia moderna sino que sigue pavimentando y dictando gran parte del progreso actual de ésta. Si observamos el comportamiento histórico de la ciencia, la verdad es que el desarrollo del cristianismo no solo permitió su desarrollo, sino que lo motivó y promovió (y continúa haciéndolo) Esto, según autores como Foster (1934; 1935) y Ratsczh (2009), se debe a que las creencias religiosas y científicas se ajustan unas a las otras de forma adecuada.

 

Ahora bien, el comportamiento histórico de la relación entre ciencia y cristianismo es posible porque existen aspectos específicos del cristianismo que propiciarían el desarrollo científico, y a su vez, existirían aspectos específicos de la ciencia que permitirían el diálogo con el cristianismo. Revisemos estas ideas brevemente:

 

Muchos críticos de la tesis del diálogo indican que la ciencia moderna es inconsistente con la idea de un Dios creador del universo. Pues bien, existen buenas razones para dudar de la plausibilidad de esta aseveración. Primero, la ciencia moderna parece ser consistente con la doctrina cristiana de la imago Dei, esto es, la doctrina de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Una de las principales características que Dios entrega a la humanidad es la capacidad del intelecto entendida como generación de creencias acerca del mundo y adquisición de conocimiento. Según Tomás de Aquino, Dios básicamente crea el mundo para que pueda ser conocido por nosotros. Ahora, si pensamos en la ciencia, en su nivel más básico, como el proyecto de adquirir conocimiento fiable del mundo, es claro desde la doctrina de la imago Dei de que no existe conflicto entre cristianismo y ciencia. Es más, el primero motivaría e impulsaría el desarrollo de la segunda, lo cual es consistente con la evidencia histórica.

 

En este contexto, algunos autores señalan que el marco evolucionista en el cual se enmarca la biología contemporánea hace irreconciliable esta disciplina científica con la idea cristiana de un Dios creador (Dennett, 1995). Sin embargo, este conflicto no es obvio. Por ejemplo, una de las ideas centrales de la teoría de la evolución es que los organismos evolucionan debido a mutaciones genéticas aleatorias (random). Pero no es parte de la teoría decir que tales mutaciones ocurren solo por casualidad, es decir, la teoría no indica que tales mutaciones no sean causadas. Las mutaciones solo son aleatorias en el sentido de que ellas no surgen desde un plan diseñado del mismo organismo. Ernst Mayr (1998) indica que: ‘cuando se dice que las mutaciones son aleatorias, la idea es solamente que no hay correlación entre la producción de nuevos genotipos y la necesidad adaptativas de un organismo en un medio específico’ (p. 98). Si este es el caso, la idea de evolución es perfectamente compatible con la idea de un Dios orquestando y observando todo el proceso (Plantinga, 2014). Es más, la teoría es compatible con la idea de un Dios que causa alteraciones genéticas aleatorias. La idea de que la evolución muestra que los organismos vivos no han sido diseñados ni creados no es parte ni una consecuencia científica de la teoría de la evolución, sino que solo un principio que se le suma a la teoría, y por lo tanto, un elemento que posee un alto componente actitudinal (van Inwagen 2003).

 

Ahora bien, también podemos observar consistencia entre cristianismo y ciencia cuando revisamos algunos de los presupuestos en los cuales la ciencia moderna descansa. El denominado ‘determinismo causal’ refiere a la idea de que el universo posee una estructura que permite explicar los fenómenos que ocurren en éste en términos de causa y efecto. Es más, es esta estructura específica la que permite la formulación de leyes y posterior creación de teorías científicas. Acá, es necesario indicar que esta doctrina filosófica no surge de la experiencia, sino que es un principio que se le impone a ésta. En este sentido, la creencia de que Dios creó el mundo e impuso un orden causal a éste (siendo él mismo la ‘causa final’) es claramente consistente con el principio del determinismo causal, es más, parece explicarlo de forma simple y elegante. Mientras la ciencia asume que todo posee una causa, ésta no logra explicar por qué el universo posee una estructura que es causal. Por lo tanto, el desarrollo de la ciencia se complementa bien con la idea de un Dios que es causa del universo tal como lo encontramos en nuestra experiencia.

 

Ciertamente, la discusión sobre el diálogo entre creencias científicas y cristianas sigue abierta. Ya sea por proselitismos o actitudes secularizantes. Lo cierto es que no existe evidencia histórica fuerte para la tesis del conflicto, sino que todo lo contrario. Tal tesis parece apoyarse en eventos que no parecen ser la regla sino que la excepción, como por ejemplo, el rol de la Iglesia Católica en el cambio de la teoría geocéntrica a la heliocéntrica. Gould (1999) ha indicado que reducir la relación entre cristianismo y ciencia a este tipo de conflictos es básicamente una movida falaz y simplista. Falaz porque no representan el carácter histórico predominante, y simplista, porque tales interpretaciones pasan por alto otros factores contextuales como los sociales, políticos, e incluso, económicos. Es cierto que existen temas que en la actualidad prueban la existencia de algunos conflictos entre ciencia y cristianismo (por ejemplo, el origen del comportamiento altruista, entre otros, ver Plantinga, 2014). Sin embargo, a la luz de la evidencia histórica, la tesis del conflicto parece esconder más una actitud que buenos argumentos.

 

4. Profundizando la relación ciencia-religión

 

A partir de lo descrito en la sección anterior, el diálogo entre creencias religiosas (al menos cristianas) y científicas es perfectamente plausible. La evidencia histórica apunta fuertemente a favor a esta idea. Así, dentro de la cultura occidental es posible ver que las creencias cristianas motivaron la creación de lo que actualmente se conoce como ‘ciencia moderna’. Ahora, desde una visión más analítica, la tesis del conflicto parece confundir algunos eventos históricos con el carácter que la mayoría de la historia del progreso científico ha tenido i.e. diálogo. Junto con esto, esta tesis no logra explicar realmente ‘el conflicto’ al cual alude, sino que parece solamente darlo por hecho. Así, más que atenerse a los hechos históricos, la tesis parece revelar una actitud pre-científica. Finalmente, esta tesis parece confundir lo que se ha dado en algunos momentos de la historia (conflictos), con lo que realmente envuelve la estructura epistémica de las creencias religiosas y científicas. Permítanme profundizar brevemente en esta idea.

 

Una vez clarificado el apoyo histórico para nuestra idea principal, otro asunto clave radica en revisar que es lo que hace ‘religiosa’ a una creencia. Básicamente, una ‘creencia’ se define como una actitud que un sujeto puede tomar ante cierta afirmación. Pensemos en la afirmación P, donde P significar ‘estar en la playa’. Uno puede ‘desear’ P, uno puede ‘pensar’ en P, uno podría ‘imaginarse’ lo genial que sería ‘P’, uno podría ‘juzgar’ que P, etc. Pero también uno podría creer que está en la playa (P), ¡ incluso si uno no estuviese en la playa! (porque, tal vez, mis amigos me hacen creer que estoy en la playa por ejemplo). Ahora bien, no existe nada en el contenido de una afirmación, sea cual sea ésta, que haga a una creencia ‘religiosa’. Un buen ejemplo dado por Plantinga (2014) es la afirmación (D: ‘Dios existe’) o (C: ‘Dios es el creador del universo’). La gente tiende a pensar que afirmaciones de este tipo serían ‘religiosas’. Sin embargo, D o C pueden ser perfectamente el producto de una deducción lógica o de un argumento inductivo. (D) o (C) podrían surgir como una necesidad conceptual dentro de un sistema argumentativo por ejemplo, como es el caso de Spinoza o Descartes. Uno podría llegar necesariamente a la conclusión de que (D) o (C) a partir de una serie de premisas sobre el mundo. Tal vez, uno podría afirmar (D) o (C) como una conclusión  altamente probable.  En este caso, una creencia que contiene a ‘Dios’ en su estructura no asegura su status ‘religioso’. Lo que hace a cierta creencia ser religiosa es el rol que juega tal creencia en la vida del sujeto y la forma en que define ciertas conductas. Una creencia religiosa es el tipo de creencia que motiva ciertas actitudes religiosas como la adoración a una deidad, la cooperación y compromiso con cierto grupo, el amor al otro, etc. De esta forma, es posible que dos personas posean la creencia (D) o (C) pero que para una éstas sean religiosas mientras que para la otra no.

 

¿Qué podemos sacar de todo esto? Pues bien, la idea es que la relación entre creencias religiosas y científicas, incluso desde un plano conceptual y psicológico, es mucho más estrecha de lo que se cree, y que los límites entre una y la otra son bastante más difusos de lo que comúnmente se profesa. La idea de Dios puede surgir sin problemas como una forma de darle sentido a cierta evidencia empírica por ejemplo (aunque muchos nieguen tal posibilidad) es conceptualmente coherente. Ahora bien, algunas creencias científicas podrían volverse religiosas. Existen algunos hechos bien comprobados acerca de la naturaleza de la evolución y las mutaciones. Estos hechos científicos podrían potenciar ciertos comportamientos religiosas (incluso proselitistas) en comunidades que se autodefinen como ‘científicas’. Por ejemplo, tenemos el caso de Richard Dawkins, quien reemplaza a Dios con el método científico, organiza campamentos de adiestramiento para niños, intenta darle sentido a  muchos aspectos morales y éticos de la dimensión humana desde el estudio de la biología (idea altamente problemática), entre otras actitudes que el mismo califica como ‘religiosas’ cuando critica a los cristianos o a los musulmanes. En este caso, ciertos hechos sobre el mundo motivan actitudes religiosas en este autor. Otro caso es cuando ciertas teorías que guíen ciertos ámbito científico se vuelven religiosas, como en el caso de la teoría de la evolución. Contrastando con los hechos de la evolución, la teoría de la evolución es un marco conceptual que intenta darle sentido a cierta evidencia empírica. Durante los últimos años, este marco ha sido ampliamente criticado por su inespecificidad y falta de evidencia empírica conclusiva. Sin embargo, esta teoría motiva varias conductas que podrían ser claramente caracterizadas como ‘religiosas’ i.e. compromiso con  ciertas ideas sobre la realidad, devoción a cierta comunidad, entre muchos otros.

 

Tal como podemos ver, la ciencia puede tener mucho de religioso, y la creencia en un Dios creador, si bien no siempre es religiosa, puede poseer amplia evidencia conceptual o puede ayudar a darle sentido a cierta evidencia empírica. La idea es que el diálogo entre ciencia y religión no se reduce a la forma en que ambas fuerzas culturales se han desarrollado en la historia, sino que tiene que ver con su estructura más intrínseca y la forma en que el ser humano genera conocimiento de su realidad.

 

5. Conclusión

 

Este breve ensayo ha explorado la idea de que el diálogo entre ciencia y religión posee amplia evidencia histórica, pero además, de que las fronteras entre ambas son más difusas de lo que comúnmente se cree. Es posible concluir que, si bien existen conflictos entre ciencia y religión, esto (i) no es la principal característica de la relación entre ambos tipos de creencia y que (ii) tales conflictos parecen ser superficiales más que fundamentales. La defensa de la tesis del conflicto parece sustentarse más en una actitud pre-teórica que en evidencia histórica (o conceptual). Ahora bien, es claro que este tema sigue abierto, y que hay muchos asuntos que este ensayo no ha tocado, ya sea por alcance o por riesgo a escribir un artículo interminable. Lo que es claro es que la examinación de la relación entre ciencia y religión requiere un marco analítico serio, sistemático y abierto, y el reconocimiento de las diversas actitudes pre-científicas que permean toda la discusión. Solamente desde un marco analítico con tales características podremos lograr una comprensión plausible de este asunto, lo cual constituye el desafío de todos los implicados en esto. Este tipo de ideas debería motivar a más cristianos a explorar los caminos de la experticia científica de un modo constructivo y en activa interacción con su fe.

 

6. Referencias

 

Barbour, I. (2000). When Science Meets Religion. San Francisco: Harper.

 

Barbour, I. (1997). Religion and Science: Historical and Contemporary Issues. San Francisco: Harper.

 

Dawkins, R. (1998). «When Religion Steps on Science’s Turf». Free Inquiry. [Online version]

 

Dennett, D. (1995). Darwin’s Dangerous Idea. New York: Simon and Schuster.

 

Draper, J. W. (1875). History of the Conflict between Religion and Science. New York: D. Appleton and Co.

 

Foster, M. (1934). The Christian Doctrine of Creation and the Rise of Modern Natural Science. Mind, 43, p. 446–468),

 

Foster, M. (1936). Christian Theology and Modern Science of Nature. Mind, 44, pp. 439–466.

 

Habgood, J. (1964). Religion and Science, UK: Mills & Brown.

 

Jay Gould, R. (1999). Rocks of Ages: Science and Religion in the Fullness of Life. Ballantine Books.

 

Mayr, E. (1998). Toward a New Philosophy of Biology; Observations of an Evolutionist. Cambridge: Harvard University Press.

 

Plantinga, A. (2014). Religion and Science», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2014 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/spr2014/entries/religion-science/>.

 

Polkinghore, J. (1998). Science and Theology SPCK/Fortress Press.

 

Principe, L.M. (2006). Science and Religion. The Teaching Company.

 

Ratzsch, D. (2009). “Humanness in their Hearts: where science and religion fuse” in The Believing Primate: Scientific, Philosophical and Theological Reflections on the Origin of Religion. Jeffrey Schloss and Michael Murray (eds.) Oxford, pp. 215–245.

 

Van Inwagen, P. (2003). “The compatibility of Darwinism and design” in God and Design: The Teleological Argument and Modern Science, Neil Manson (ed.), London: Routledge.

 

White, A. D., 1895, History of the Warfare of Science with Theology.

 



[1] NOTA: Este ensayo representa una versión abreviada del trabajo presentado en la conferencia ‘Ciencia & Religión’ (Universidad de Playa Ancha – Fuller Theological Seminary).

[2] Una tesis historiográfica es aquella que nace de la observación e interpretación del desarrollo histórico de un fenómeno específico.

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