Estudios Evangélicos

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Esquizofrenia y el Rol Terapéutico de la Iglesia

Existen varios prejuicios que caracterizan la actitud de ciertas comunidades cristianas ante la esquizofrenia. Ante esto, uno de los principales desafíos de la actual iglesia de Cristo es informarse sobre el tema para derribar tales prejuicios que podrían estar estorbando el cumplimiento de la gran comisión. Con esto, se hace necesario que la iglesia comience a tomar en serio el importante rol que le compete en la ayuda a aquellas personas que sufren de tal condición en cuanto a su bienestar mental y espiritual.

1. Introduction

 

La esquizofrenia es un desorden mental que afecta al 7% de la población adulta a nivel mundial (WHO, 2013). A pesar de que su incidencia es bastante baja, se le considera un desorden crónico lo que hace su prevalencia muy alta. Esto quiere decir que la gente que es diagnosticada con tal condición debe aprender a lidiar con ella de por vida. Ahora bien, si la iglesia realmente desea cumplir su gran comisión (Marcos 16:15), debería ser capaz de acoger e integrar a este 7%. Lamentablemente, cuando se trata de entender diversos asuntos asociados a la esquizofrenia en el contexto de nuestras iglesias, muchos son los prejuicios y malos entendidos que quedan al descubierto. Esto, junto con una falta de información generalizada en la sociedad, ha desembocado en una especie de falta de claridad en la forma natural en que las iglesias podrían ayudar a las personas que sufren de tal condición. El objetivo de este breve ensayo es examinar e informar sobre algunos de los aspectos prácticos más importantes relacionados con este fenómeno (sección 2), para así clarificar algunas de las principales formas en que nuestras comunidades podrían ayudar a las personas que sufren de síntomas mentales (sección 3).

 

2. Esquizofrenia y naturaleza humana: Despejando algunos prejuicios

 

Antes de explorar el rol terapéutico de la iglesia es necesario despejar algunos de los prejuicios que rodean la comprensión de la esquizofrenia. Porter (2002) – un connotado historiador de la locura – indica que aquello que llamamos ‘trastorno mental’ es algo que ha estado entre nosotros desde los mismos inicios de la historia de la humanidad. Ya en Deuteronomio 28:28 parecen haber referencias directas a esto cuando se escribe que: ‘Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu’. En cierta medida – e infelizmente – parece ser que el desarrollo de patologías mentales es algo exclusivo e intrínseco a la naturaleza humana. Pues bien, a pesar de esta aparente familiaridad que deberíamos tener con el fenómeno, un sinnúmero de prejuicios y malos entendidos rodean su ocurrencia. Por ejemplo, mucha gente asocia a los esquizofrénicos con excéntricos antisociales sumamente peligrosos para la sociedad. Otros, indican que la locura es nada más que la consecuencia final de una vida en extremo licenciosa (abuso de drogas y alcohol por ejemplo). Sin embargo, un grupo de especial interés para nuestro análisis son aquellos que indican que condiciones como la esquizofrenia son nada más que el producto de un específico castigo divino. Básicamente, este grupo parece estar muy presente en ciertas congregaciones y parece ser una de las principales razones por las cuales la iglesia falla algunas veces en ayudar, acoger y discipular a personas que sufren de esquizofrenia.

 

Es importante notar que todas estas opiniones parecen estar fundamentadas en ‘algunos datos’ que podrían ser verdaderos. Sin embargo, una verdad a medias no es nada más que una mentira. Por ejemplo, hay ciertos pacientes que pueden tornarse peligrosos dada la naturaleza de los delirios y alucinaciones que experimentan[1]. Un paciente con delirio paranoico puede creer que su hijo quiere asesinarlo y al tratar de defenderse de acciones que son experimentadas como ‘aparentes ataques’, el paciente podría llegar a dañar a su hijo. Sin embargo, es importante notar que este tipo de caso no representa a la mayoría y por lo tanto, el prejuicio de que los esquizofrénicos en general son peligros no parece bien fundamentado[2]. En realidad, es un mito decir que todas las personas que sufren de esquizofrenia son violentos (Warner, 2000). Muchos de ellos pueden mantener una vida relativamente funciona cuando siguen los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos necesarios. Mucha gente tiende a pensar de que los esquizofrénicos ‘viven en otro mundo’, como si estuviesen ‘atrapados’ en otra realidad de la cual no puede zafarse. Muchas veces, se piensa que los pacientes no tienen voluntad propia o que, básicamente, son una especie de autómata que no piensa en realidad lo que está haciendo. Esto no es tan así, los pacientes sufren de sus síntomas, de muchas maneras ellos saben que algo anda mal y tratan desesperadamente de mantener un contacto más o menos funcional con la realidad (Fuchs, 2005). Muchas veces, al hacer esto, los mismos pacientes piden ayuda para poder lidiar con tales situaciones. Muchos de los problemas afectivos que los pacientes experimentan son el resultado de este conflicto.

 

Ahora, sobre el segundo caso, es importante destacar que el abuso de drogas y alcohol en sí mismo no tiene la capacidad de generar enfermedades mentales como la esquizofrenia dado que ésta tiene otras causas. Muchas veces, gente tiende a confundir los síntomas del abuso de drogas y alcohol con los síntomas asociados a la esquizofrenia. El abuso de alcohol junto con el uso de algunas drogas puede generar cuadros clínicos que se manifiestan en una generalizada debilidad muscular[3]. Cuando este tipo de cuadros se hacen más graves, gente tiende a confundirlos con el inicio de ciertos estados catatónicos, que muchas veces se asocian a expresiones severas de la esquizofrenia. Junto con esto, el abuso de alcohol y drogas puede causar la enfermedad de Wernicke. Esta enfermedad afecta el pensamiento, los sentimientos y la memoria. Los pacientes se vuelven irritables fácilmente, se les observa desorientados, presentan problemas visuales y comienzan a tener problemas para recordar ciertas cosas. Esto último afecta bastante sus capacidades para comunicarse con los demás. En algunos casos, algunos alcohólicos podrían experimentan alucinaciones (como escuchar voces) en un contexto generalizado de stress. Así, muchas veces esto tiende a confundirse con síntomas comúnmente relacionados con la esquizofrenia.

 

Ya en los casos más extremos de abuso de alcohol y drogas, pacientes podrían presentar síndrome de Korsakoff. Las personas que sufren se esta condición se vuelven incapaces de comprender y aprender nuevos contenidos de forma rápida, y además, comienzan a tener severos problemas de memoria. Una de las cosas que uno puede notar en estos pacientes es que su forma de pensar se torna muy inflexible, se les torna sumamente difícil pensar formas alternativas para, por ejemplo, resolver algunos problemas de la vida diaria. Junto con esto, tienden a quedarse atrapados en ciertos temas de conversación por ejemplo y tienden a mostrar una incapacidad para argumentar y dar razones suficientes para ciertas cosas. También, cuando tratan de recordar ciertas cosas, este tipo de paciente tienden a sustituir hechos pasados por otros que nunca han vivido personalmente (confabulación). Ahora bien, muchas personas tienden a tomar estos síntomas como señales de enfermedades mentales como la esquizofrenia, lo cual es un error. El principal asunto en este contexto es que estos síntomas, si bien pueden parecerse a simple vista, tienen causas diferentes. Mientras las consecuencias del abuso de alcohol y drogas se relacionan con daños que estas sustancias en su consumo extremo producen en ciertas áreas cerebrales, los síntomas de la esquizofrenia tienen causas más diversas, por ejemplo, una alta producción de ciertas sustancias químicas en el cerebro llamadas neurotransmisores, algunos problemas con la forma en que ciertas personas estructuran sus relaciones personales con los demás y con la realidad. Es más, muchas veces, pacientes que sufren de daños a algunas zonas cerebrales no sufren de delirios o alucinaciones, y otras veces, pacientes que llegan a desarrollar síntomas esquizofrénicos nunca han tenido un historial de abuso de drogas o alcohol o lesiones cerebrales de consideración. Por lo tanto, más que expresar un hecho, este tipo de opinión solo refleja un estigma sin fundamento en la evidencia que tenemos disponible. La llamada ‘vida licenciosa’ poco tiene que ver con la explicación de los orígenes de condiciones como la esquizofrenia. Lo que sí puede suceder es que un cierto tipo de vida con hábitos nocivos podría apresurar la expresión de ciertos síntomas psicóticos en personas que poseen ya ciertas pre-condiciones para manifestar este tipo de patología (Addington & Addington, 2007). Sin embargo, esto es bastante distinto de decir que el alcohol y las drogas causan condiciones como la esquizofrenia.

 

Finalmente, deseo detenerme en uno de los más dañinos malos entendidos que permea la comprensión de la esquizofrenia en ciertas comunidades cristianas. Mucha gente parece creer que los síntomas asociados a la esquizofrenia son el producto de algo así como una ‘posesión; el producto de las fuerzas demoníacas actuando sobre la voluntad, mente y cuerpo de ciertas personas. Muchas personas explican así la bizarra naturaleza de las experiencias que los esquizofrénicos dicen tener por ejemplo (escuchar voces, creer que están muertos, creer que algún familiar ha sido reemplazado por un extraterrestre, etc.). Pues bien, este no es un asunto menor dado que tal noción estorba la comprensión del rol que la iglesia podría jugar en ayudar a las personas que sufren de tales síntomas. Este tipo de opiniones parece ignorar –peligrosamente- el hecho de que la esquizofrenia es bastante diferente de la posesión demoniaca. Las posesiones demoniacas se caracterizan por una exacerbada animadversión a cualquier cosa que tenga relación con la vida cristiana. Por ejemplo, reacciones violentas y repugnancia ante oraciones, blasfemias, e incluso fenómenos sobrenaturales como manifestación de fuerzas sobrehumanas o conocer la ubicación de objetos escondidos a la vista, entre otras cosas. Tales fenómenos no están ni remotamente presentes en casos de esquizofrenia. Es más, muchos pacientes acuden explícitamente al evangelio y a la Biblia en general para encontrar consuelo (Mohr et al. 2006). Mientras las posesiones demoníacas son un fenómeno sobrenatural generado específicamente por la acción de demonios, las enfermedades mentales reflejan distintas alteraciones en el funcionamiento de nuestra mente y por lo tanto, una vez que nos adentramos en la forma en que ésta funciona, podemos – con diferentes grados de dificultad – generar explicaciones para tales fenómenos (Coltheart, Langdon & McKay, 2007). Por razones de espacio es imposible revisar todas las propuestas explicativas para los síntomas de la esquizofrenia en este ensayo, sin embargo, la idea principal es que existen modelos en psicopatología y psiquiatría que explican la ocurrencia de los síntomas esquizofrénicos en base a diversas fallas en los sistemas perceptuales, afectivos, y cognitivos que dominan el funcionamiento de nuestra mente (McKay, Langdon & Coltheart, 2009). Una mayor comprensión de tales. El desafío para nuestras comunidades es comenzar a familiarizarse con este tipo de investigaciones con el fin de desmitificar a, entre otros, los esquizofrénicos.

 

Sin embargo, un análisis del funcionamiento mental desde un punto de vista cristiano no puede negar la siguiente verdad fundamental: a pesar de que los síntomas psicóticos no son el resultado directo de la acción demoníaca en la vida de ciertas personas, hay una estrecha relación entre pecado y enfermedades mentales (Johnson, 2010). El problema es que muchas veces tal relación no es lo suficientemente clara y mucha gente prefiere descansar en alguno de los prejuicios y estigmas anteriormente comentados. El pecado se manifiesta en todas las dimensiones de la naturaleza humana como desorden, tendencia a la destrucción, o como déficit. Por ejemplo, en el plano físico, el pecado se manifiesta en las múltiples imperfecciones  y enfermedades físicas que los seres humanos deben enfrentar a lo largo de sus días. En el plano existencial, el pecado se manifiesta en el vacío con el cual debemos lidiar cuando Dios no es el norte en nuestras vidas. En el plano de lo social, el pecado se manifiesta en las diversas desigualdades, injusticias y conflictos que han caracterizado a la sociedad humana desde sus inicios. Esto no quiere decir que tales déficits e imperfecciones son el producto de una influencia demoniaca sobre nuestras vidas, sino que toda la existencia y acciones humanas están articuladas desde una naturaleza que es imperfecta; aquella naturaleza que cayó cuando el pecado entró por Adán en la humanidad. Por lo tanto, el déficit como tal es intrínseco a la naturaleza humana caída.

 

Pues bien, esta naturaleza caída en la cual los seres humanos articulan su existencia también se manifiesta como desorden en lo mental (Adams, 1976). Tal como se manifestaría como desorden en cualquier área de la existencia humana, sea social, política, económica, intelectual, etc. La psicosis es tan antigua como la historia humana. Tal vez podríamos explicar esto indicando que a la base de la locura –así como a la base de cualquier condición que afecta nuestro bienestar físico y espiritual- se encuentra una naturaleza humana que manifiesta como imperfección en cada momento. Aquellos que piensan que la locura es el resultado de una acción adicional o excepcional de fuerzas demoníacas –por ejemplo- fallan en reconocer esta verdad fundamental, y además, fallan en reconocer un gran numero de estudios en psicopatología y neuropsicología que apoya las diferencias observables entre posesiones y síntomas neuróticos.

 

3. El contexto de los síntomas esquizofrénicos y el rol terapéutico de la iglesia

 

La esquizofrenia es una condición compleja en términos de detección, diagnóstico y tratamiento (WHO, 2013); lo que es claro, es que ésta se define por la naturaleza de sus síntomas (APA, 2013). A diferencia de los síntomas físicos que caracterizan a la mayoría de las enfermedades que enfrentamos a lo largo de nuestra vida (dolores, fiebre, náuseas, etc.), los síntomas mentales refieren a diferentes experiencias conscientes con contenido muy extraño. Por ejemplo, gente con delirios de Capgras experimenta que algún pariente ha sido reemplazado por otra persona, a pesar de que tal pariente sigue poseyendo las mismas características físicas (Pacherie, 2008). Pacientes con delirios de inserción de pensamiento indican que otras personas o cosas han puesto ciertas ideas en su cabeza (Mullins & Spence, 2003). Los primeros síntomas de la esquizofrenia comienzan a manifestarse durante la adolescencia y sus causas biológicas aún son foco de intensa discusión (Klosterkötter et al., 2001). Ahora bien, si la iglesia desea discipular e integrar a aquellos que sufren de síntomas psicóticos, no es necesario que se haga experta en sus causas o tratamientos (aunque una mayor proporción de profesionales especializados ayudaría mucho). Sin embargo, es necesario poseer información general fidedigna, y por sobre todo, entender el contexto en el cual los síntomas mentales surgen. Una vez que se entiende esto último y se derriban los prejuicios comentados en la sección anterior, el rol de la iglesia en tanto comunidad se torna un poco más claro.

 

La mayoría de los síntomas que caracterizan la esquizofrenia surgen en contextos emocionalmente inestables y negativos (Henry et al. 2008; Marwaha at al. 2013; Kramer et al. 2013; Strauss et al. 2013). Es más, muchas veces los desórdenes como la esquizofrenia y los trastornos de personalidad son indistinguibles de algunos trastornos afectivos hasta la aparición de síntomas específicos como los delirios y las alucinaciones (Hafner, Maurer & Hide, 2013). No es como si los pacientes fuesen caminando tranquilamente por la calle y repentinamente tuviesen extrañas experiencias. El período previo a la aparición de ciertos síntomas esquizofrénicos, por ejemplo, está caracterizado por una serie de cambios en la forma en que los pacientes sienten su relación con el mundo. Ellos se sienten sumamente extraños y además sienten que ‘algo anda mal’ con la realidad (Fuchs, 2005). Poco a poco, durante este periodo que puede durar días, semanas, e incluso meses, los pacientes experimentan una creciente sensación de incertidumbre respecto de todo lo que escuchan, ven, sienten, etc. Les cuesta confiar en las personas, y hasta su cuerpo se comienza a sentir distinto. Todos estos cambios hacen que los pacientes se experimenten a ellos mismos y a la realidad de forma muy confusa. Es más, algunos investigadores indican que síntomas como lo delirios podrían surgir como una forma de hacer frente a todos estos cambios (Mishara & Corlett, 2009; Mishara, 2010). Un estudio dirigido por Strauss et al. (2013) demostró que la mayoría de los síntomas más severos de la esquizofrenia están precedido por problemas afectivos, stress y ansiedad y un estudio dirigido por Marwaha et al. (2013) indica que junto con otros problemas relacionados al pensamiento y la forma de percibir el mundo, la sensación de que ciertas experiencias afectivas están fuera de control podría conducir a los pacientes a experimentar síntomas como los que caracterizan la esquizofrenia.

 

Acá, necesitamos entender que la aparición de ciertos síntomas característicos de la esquizofrenia es causada por diversos problemas del pensamiento, memoria, la forma de experimentar el mundo, y además, problemas afectivos. Pero a su vez, es importante entender que tales desórdenes poseen una importante dimensión psicosocial y es en tal dimensión donde el rol de la iglesia puede tornarse clave. Las características positivas o negativas de los distintos contextos sociales en los cuales los pacientes se desenvuelven podrían prevenir o estimular respectivamente la aparición de ciertos síntomas mentales (Liberman & Kopelwics, 2011). Mientras que un contexto inestable, caracterizado por stress y emociones negativas podría estimular la aparición de ciertos síntomas en pacientes con ciertos problemas como los antes descritos, contextos estables, cálidos, equilibrados y bien definidos podrían prevenir la aparición de algunos síntomas. Esto último es lo que se denomina un factor protector. Desde este punto de vista, la iglesia de Cristo sería en su esencia más pura, un factor protector para pacientes con problemas mentales. Las características naturales de la iglesia de Cristo podrían ayudar activamente a la estabilización, en incluso recuperación, de pacientes esquizofrénicos por el rol que podrían tener en proveer un contexto donde el amor sería la principal característica. La iglesia de Cristo se define fundamentalmente como una comunidad que es organizada en torno al amor por el prójimo y el cuidado mutuo. Tal como escribe el apóstol Juan: ‘En esto conocerán que sois mis discípulos, si se aman los unos a los otros’. Es en este amor que está a la base de la organización de la iglesia donde recae el rol terapéutico fundamental de la iglesia. En la comunidad cristiana, los individuos no están aislados lidiando independientemente con sus problemas. Cuando un miembro de la iglesia sufre, la comunidad sufre con el. Es esto lo que hace a la iglesia un cuerpo, teniendo a Cristo como su centro. Este tipo de apoyo es clave para aquellos pacientes diagnosticados con esquizofrenia. Muchos de ellos, en los períodos previos a la aparición de síntomas mentales severos, comienzan a sentirse alejados de la realidad, que nadie podría comprender por lo que están pasando. En estos períodos el apoyo y la contención que los miembros de la iglesia podrían ofrecer podrían ser claves para que los pacientes pudiesen enfrentar tales períodos de mejor manera. La posibilidad de pertenecer a una comunidad amorosa sin duda actuaría positivamente en la reducción de los niveles de estrés y ansiedad que preceden la emergencia de ciertos síntomas psicóticos. Muchos pacientes se sienten aislados de sus comunidades, y por ello, no poseen el apoyo necesario para lidiar con ciertas situaciones. El amor que permite la articulación de una Iglesia sana permite que los pacientes puedan sentirse amados y considerados a pesar de cualquier condición que puedan poseer, tal como Cristo nos ama sin importar nuestra condición. Esto, es sin duda una característica exclusiva de la iglesia de Cristo. Así, la expresión del amor de Cristo es una de las formas más básicas por medio de las cuales las iglesias pueden ayudar a los esquizofrénicos. Cuando consideramos el contexto en el cual los síntomas psicóticos emergen, la expresión del amor incondicional de Cristo es uno de los apoyos fundamentales a los cuales los pacientes se pueden aferrar. Esto, en conjunto con la acción de ayuda profesional especializada podría conducir a significativos cambios en la calidad de vida de los esquizofrénicos.  Para lograr esto sin embargo, es necesario que las diversas comunidades cristianas se informen sobre la naturaleza de las enfermedades mentales. Actualmente, el sitio oficial de la Organización Mundial de la Salud (www.who.int) posee diversos informes oficiales sobre los aspectos más relevantes de la esquizofrenia por ejemplo. Una coordinación con profesionales cristianos que trabajan en el área también es necesaria. Con un buen nivel de comunicación, se podrían realizar jornadas de información sobre los aspectos en los cuales la iglesia podría ayudar activamente en este contexto.  A su vez, las iglesias podrían generar redes con diversas ONG’s y fundaciones que intentan ofrecer contextos protectores para los enfermos mentales en forma de co-tutela. Finalmente, es importante indicar que todas estas acciones constituyen solamente una dimensión de un tratamiento que es significativamente más amplio. Las enfermedades  mentales envuelven tratamientos farmacológicos y terapéuticos focalizados. Sin duda, el acompañamiento que las iglesias pueden hacer en este contexto más amplio es clave en la recuperación de los pacientes, pero a su vez, se debe reconocer que las otras dimensiones del tratamiento son igual de cruciales para el bienestar de las personas que sufren de tales condiciones.

 

4. Conclusión

 

Existen varios prejuicios que caracterizan la actitud de ciertas comunidades cristianas ante la esquizofrenia. Ante esto, uno de los principales desafíos de la actual iglesia de Cristo es informarse sobre el tema para derribar tales prejuicios que podrían estar estorbando el cumplimiento de la gran comisión. Con esto, se hace necesario que la iglesia comience a tomar en serio el importante rol que le compete en la ayuda a aquellas personas que sufren de tal condición en cuanto a su bienestar mental y espiritual. Dada las condiciones en las cuales se dan los principales síntomas de la esquizofrenia, la expresión del amor de Cristo en las iglesia en tanto preocupación, cuidado y apoyo mutuo se torna un importante factor protector. Por lo tanto, la iglesia debe preocuparse de expresar ese amor natural –en contra de los prejuicios que caracterizan algunos comunidades- para así ser capaz de integrar y discipular a ese 7% de la población que sufre de esquizofrenia.

 

Referencias

 

American Psychiatric Association, 2013, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition, Text Revision, DSM-V, Washington, DC: American Psychiatric Association.

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Addington, J. & Addington, D. (2007). Patterns, predictors and impact of substance use in early psychosis: a longitudinal study. Acta Psychiatrica Scandinavica, 115(4), 304–309.

Bayne, T. & Pacherie, E. (2005). In defence of the doxastic conception of delusion, Mind & Language, 20 (2), 163–188.

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Klosterkötter J, Hellmich M, Steinmeyer EM, Schultze-Lutter F. Diagnosing Schizophrenia in the Initial Prodromal Phase. Arch Gen Psychiatry. 2001;58(2):158-164. doi:10.1001/archpsyc.58.2.158.

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Mishara, A.L. (2010). Klaus Conrad (1905-1961): Delusional mood, psychosis and beginning schizophrenia. Clinical Concept Translation-Feature. Schizophrenia Bulletin 36, 9-13.

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Warner, R. (2002). The Environment of Schizophrenia. Brunner: Routledge.

World Health Organization (2013). Schizophrenia. Available online in: http://www.who.int/mental_health/management/schizophrenia/en/

 



[1] Los delirios y las alucinaciones son los principales síntomas de trastornos mentales (Scheinder, 1959). Mientras las alucinaciones refieren a problemas perceptuales (ver cosas o escuchar voces que no existen realmente), los delirios refieren a problemas en el proceso de formación y mantención de ciertas creencias básicas sobre la realidad, por ejemplo, creer que la mesa que está en frente mío es real (Bayne & Pacherie, 2005).

[2] Útil información sobre este asunto puede ser encontrada acá: http://www.livingwithschizophreniauk.org/advice-sheets/schizophrenia-and-dangerous-behaviour/

[3] A esto se le llama neuropatía periférica.

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