Estudios Evangélicos

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Fe en tránsito: evangélicos chilenos en los tiempos de la desinstitucionalización, de Fabián Bravo

BRAVO, Fabián, Fe en tránsito: evangélicos chilenos en los tiempos de la desinstitucionalización, Concepción, CEEP ediciones, 2020.

Existen no pocos fenómenos del mundo cristiano-evangélico que pastores y líderes cristianos inevitablemente vemos, reflexionamos y conversamos entre nosotros con el fin de intentar comprender para actuar oportuna y adecuadamente en nuestros ministerios. Con el tiempo, sin embargo, he confirmado que estos fenómenos pueden verse, reflexionarse y conversarse de manera más fructífera cuando se cuenta con una sistematización de ellos, que nos permita darle un nombre más preciso a las cosas, categorizarlas, distinguirlas, vislumbrar sus relaciones internas, etc. Sin sombra de duda, este es justamente el valioso aporte que nos trae el trabajo del investigador chileno Fabián Bravo Vega, Fe en tránsito: evangélicos chilenos en los tiempos de la desinstitucionalización.

Como corresponde a un trabajo científico llevado a cabo por un experto en las Ciencias Sociales (Fabián Bravo es Profesor de Historia por la U. de La Serena, Master en Ciencias Sociales por la U. de Chile y estudiante de doctorado en Estudios Americanos por la USACH), pero que pretende llegar a un público más amplio que sólo sociólogos, antropólogos y/o cientistas de la religión, el texto tiene un valioso primer capítulo que introduce las principales aproximaciones que las ciencias sociales han hecho al fenómeno religioso. Se agradece este esfuerzo del autor, ya que clarifica enormemente a cualquier pastor o líder de ministerio paraeclesiástico que las ciencias sociales en sí mismas no son enemigas de la fe, como suele repetirse desinformadamente en algunos contextos evangélicos, y que, en realidad, hay diversas escuelas y formas de aproximación que pueden ser de gran utilidad para pastores, líderes, hombres y mujeres de fe.

Los siguientes capítulos no son la excepción en cuanto a su aporte y utilidad para líderes cristianos, ya que, además de abordar el necesario tema de las discusiones sobre modernidad y posmodernidad que nos permiten entender los procesos socio-culturales de los cuales nosotros y nuestras comunidades eclesiales forman parte, trata también acerca de la secularización. Al respecto justamente de esto último, me pareció de gran valor su crítica – breve, pero contundente – a la idea clásica de una sociedad que se vuelve crecientemente des-religiosa, mostrando evidencia de lo contrario y citando estudios al respecto. Como es evidente, la investigación de Bravo requiere que se den definiciones fundamentales sobre el tema de la individualización de la experiencia religiosa, con un énfasis en las confesiones de la Reforma Protestante, cuyos catecismos, liturgias y prácticas cumplieron un importante rol en el proceso de individualizar lo religioso; el autor, no omite dar dichas definiciones de forma concisa y, a mi modo de ver, bastante acertadas. Me resulta inevitable como ministro de una iglesia de inspiración calvinista querer mayor precisión o discrepar en ciertos matices en lo que se refiere al calvinismo, sin embargo, lo mismo probablemente podría ocurrirle a un ministro luterano con respecto a la sección sobre el luteranismo o a un líder pentecostal con relación a los capítulos siguientes en los que el pentecostalismo es abordado; sin embargo, la verdad es que las definiciones esenciales son expuestas de manera suficiente y útil para la investigación propuesta.

Luego de un razonable panorama histórico y social sobre el movimiento evangélico en América Latina y en Chile de 2 capítulos, el autor entra en lo que es su investigación propiamente tal: la desinstitucionalización de lo religioso. Los capítulos 7 al 9 son, sin duda, los que contienen el núcleo mismo del texto, a saber: la presentación de la investigación propiamente tal y, debo decir, que me parecieron de altísimo valor, contribuyendo con categorías, conceptos y datos que nos permiten entender a las personas con las que trabajamos día a día en el ministerio eclesial o paraeclesial. Cito los ejemplos más destacables de esto: en primer lugar, su propuesta de macrocategorización de identidades cristiano-evangélicas en Chile, simple y clara en el texto (aunque no aparece tan clara en el gráfico que lo acompaña, sólo por un detalle fácilmente rectificable, ya que hay un 10,78% de la torta que no se identifica en las categorías detalladas en el mismo gráfico) da cuenta de manera relativamente fiel de la realidad: “Evangélicas Pneumatológicas”, “Protestantes Históricas y Reformadas” y “Evangélicas Convencionales y Plurales”. Me pareció especialmente interesante que, a partir de esta macrocategorización, Bravo hace una categorización de creencias y las distingue de su filiación a una institución eclesial, cruzando estos datos. Lo que su investigación muestra no debería ser una novedad absoluta para pastores y líderes, pero sí deja de estar en el campo de las especulaciones nebulosas y pasa a mostrarse de manera tangible y medible: la pertenencia institucional de un evangélico del siglo XXI no necesariamente determina sus creencias. Miembros de iglesias históricas con creencias carismáticas, por lo tanto, son mucho más comunes en el panorama evangélico actual de lo que uno tendería a pensar. De hecho, la principal razón para la deserción de una iglesia, según la sistematización de los datos de Bravo son las diferencias doctrinales (46%) y, en segundo lugar, muy por detrás, los conflictos personales (21%), sumando ambas razones el 67% de las causas de deserción. No me cabe duda que todo pastor y oficial debería conocer esta información con el fin de pensar las estructuras y procesos de la comunidad local que pastorea.

En segundo lugar, su propuesta de “tejido existencial” – probablemente el principal aporte en lo que respecta a la originalidad de la investigación de Bravo – me resultó de gran interés y despertó no pocas reflexiones. La propuesta que las experiencias religiosas personales, de una u otra manera, determinan la permanencia de alguien en una institución eclesial deja también de ser una mera percepción intuitiva y pasa a tener datos concretos en el marco de un modelo que puede ser de gran utilidad para el discipulado cristiano.

El papel que cumplen los ministerios paraeclesiales en este proceso de desinstitucionalización también es abordado de forma interesante en el texto y esto me parece de gran relevancia ya que es un tema que genera debate y desconcierto entre pastores, oficiales y líderes de iglesias locales. La ya antigua idea que los ministerios paraeclesiales hacen que los jóvenes dejen sus iglesias locales, deja de ser sólo una “historia de fantasmas” contada entre pastores y basada en lo anecdótico y en el prejuicio. Bravo se esmera en mostrar datos y darle un rostro a este fenómeno.

No quisiera pasar por alto el notable capítulo final del libro, breve, pero con reflexiones profundas y pertinentes. Una de ellas en específico – sobre todo a la luz del estallido social de octubre de 2019 en Chile – me parece que amerita otra investigación aparte: la reflexión acerca de la relación entre el cosmos social y el microcosmos individual y cómo las ideologías políticas comienzan a ocupar un lugar que las instituciones religiosas evangélicas parecen incapaces de llenar, debido a su distanciamiento de los temas socio-culturales en el discipulado y el excesivo énfasis evangélico en la salvación del alma y los aspectos individuales de la salvación. Sobre esto último, me pregunto si nuestras instituciones eclesiales no necesitan comenzar a aplicar no sólo un discipulado más integral que abarque desde una cosmovisión cristiana-evangélica la totalidad de la vida humana sino también una lectura de la Biblia más amplia y exegéticamente rigurosa que, por consecuencia, esté menos enfocada en el individuo y su salvación personal y refleje los énfasis que la propia Escritura tiene en el gran plan cósmico de salvación que Dios se ha propuesto en Cristo y en la venida del Reino de Dios y sus implicaciones.

Yendo a lo menos positivo del libro, no pude deshacerme de la visión que estamos frente a un libro técnico de ciencias sociales aplicadas al fenómeno religioso, a pesar de los varios capítulos en los que Bravo se esfuerza por aclarar definiciones y presentar panoramas que sirvan de “iniciación express” al lector que no proviene del mundo de las ciencias sociales. ¿Por qué esto podría ser no tan positivo? Por la sencilla razón que la investigación de Bravo me parece demasiado valiosa como para que quede sólo en la discusión entre cientistas sociales y quienes manejan sus conceptos. Esta investigación necesita ser abordada y debatida por pastores y líderes evangélicos y, del mismo modo, no pocas de sus categorizaciones me parece que deben ser aplicadas en nuestras reflexiones, análisis y decisiones con respecto a la configuración de la vida eclesial y paraeclesial. Que no pocos pastores y líderes terminen desechando la lectura de este libro debido a su falta de identificación con el lenguaje y forma de presentación es un tema que me parece negativo, pues he llegado a la convicción que ellos deberían leerlo o, al menos, tener acceso a su contenido de alguna manera (¿charlas? ¿conferencias?).

Dicho lo anterior, no puedo sino felicitar primera y principalmente al autor Fabián Bravo por la calidad de su investigación y la pertinencia de ella para estos tiempos. También felicito a CEEP ediciones, especialmente a Luis Orellana, por la visión de publicarla; una vez más esta editorial muestra que su intención de difundir material de calidad en las ciencias históricas y de la religión va muy en serio. A mis queridos colegas pastores y líderes evangélicos no puedo sino recomendar la lectura de este libro con entusiasmo; estoy convencido que todas esas, ya viejas, conversaciones acerca de las deserciones de miembros, de las ventajas y desventajas de las alianzas con ministerios paraeclesiales, de la necesidad de diseñar nuevas estructuras en la iglesia local para las nuevas generaciones, pero sin abrir mano de los principios confesionales fundamentales, etc. se verán enriquecidas y “aterrizadas” gracias a los aportes que Fe en tránsito nos trae. Debo confesar que yo mismo concluyo la lectura de este libro más animado a introducirme a las ciencias que estudian el fenómeno religioso y a leer y estudiar materiales como este con mayor frecuencia. Espero ocurra lo mismo con mis colegas de ministerio.

Rev. Jonathan Muñoz Vásquez
Pastor de la Iglesia Presbiteriana de Chile