Estudios Evangélicos

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La opción Calvary

Me pregunté si llamar a esto la “opción Calvary”, por el sacerdote en el reciente film irlandés Calvary quien, sabiendo que un miembro de la congregación va a tratar de matarlo dentro de una semana, simplemente ejerce fielmente cumpliendo su llamado pastoral como siempre.

¿La opción Calvary?

Carl Trueman

 

Rod Dreher ha estado creando una muy provechosa y productiva conmoción con sus argumentos a favor de la “Opción Benedictina” como camino para que la iglesia piense sobre su misión en un mundo en que el cristianismo es empujado a los márgenes despreciados de la cultura. No estoy seguro de dónde me sitúo en todos los detalles –algunos aún tienen que ser precisados- pero ciertamente destaca el hecho de que las cosas están cambiando rápidamente y que los cristianos necesitan darse cuenta de ese hecho. Mucho de lo que dice resuena con la noción de la iglesia como una comunidad en exilio, con la cual tengo profunda simpatía. No obstante, parte de mí se pregunta si realmente necesitamos una nueva (o quizá “nueva vieja”) opción.

El domingo pasado fue mi aniversario de bodas de plata. El sábado, un amigo le preguntó a mi esposa cómo pretendíamos celebrar la ocasión. “Bueno, cae domingo así que supongo que estaremos en la iglesia por la mañana y por la noche para los servicios regulares. Luego, en la tarde planeamos visitar a una de las ancianas desvalidas de nuestra congregación. Probablemente estaremos una hora leyendo la Biblia y cantando himnos con ella”.

Y así lo hicimos. Servicio normal de adoración en la mañana, luego una visita pastoral en la que algunos de nosotros nos reunimos con una anciana hermana cristiana en su casa. Le leí un salmo, un amigo oró, y cantamos algunos himnos antes de cerrar con la doxología. Finalmente, volvimos a la iglesia para el servicio del anochecer. Ese fue nuestro aniversario de bodas de plata. Porque obviamente el significado personal del día no era nada comparado con el significado de estar en el Día del Señor y así estar dedicado a adorar al Señor y compartir con otros cristianos. Los imprevistos de mi vida, así como los imprevistos de mi cultura, son solo eso –imprevistos- y de ninguna significancia real comparados con la sustancia y práctica de la fe.

Mientras conducía de vuelta de visitar a nuestra anciana hermana, pensé en cómo todos los cambios recientes en la sociedad norteamericana afectarán mi ministerio. Sí, quizá lo hagan financieramente más difícil y tal vez ya lo están haciendo socialmente menos aceptable –pero realmente no lo cambiarán a ningún nivel profundo. Sin importar las decisiones de la Corte Suprema o las elecciones del 2016, mientras tenga vida seguiré bautizando a los niños de la congregación, administrando la Cena del Señor, predicando semana tras semana, realizando matrimonios, gozándome con los que se gozan, enterrando a los muertos, y llorando con los que lloran. Los presbíteros se preocuparán por las necesidades espirituales de la hermandad. La fundación diaconal continuará ayudando a las personas del entorno –sean o no de la iglesia- en tiempos de dificultad, sin importar quienes sean. En breve, la iglesia seguirá reuniéndose semana a semana para los servicios en que la Palabra y el sacramento apunten a los cristianos hacia Cristo y a la ciudad eterna, para así equiparlos para vivir en este mundo como testigos de la fe cristiana.

Ninguna de estas cosas cambiará, aunque se vuelvan financiera y quizá legalmente más difíciles. El mundo alrededor quizá legitime cualquier sordidez, autocomplacencia y autoengaño que se quiera escoger. Quizá decida que negro es blanco, que arriba es abajo, y que el norte es el sur, como si me importara. Las necesidades de mi congregación –de todas las congregaciones- seguirán siendo, al nivel más profundo, las mismas que siempre han sido, del mismo modo que lo seguirán siendo las respuestas que el cristianismo provee. La tumba aún está vacía. Y mi ministerio continuará componiéndose de los mismos elementos de los que estaban compuestos los de mis antepasados: Palabra, sacramentos, oración.

Dado que vivimos en un tiempo de nombres y términos memorables, me pregunté si llamar a esto la “opción Calvary”, por el sacerdote en el reciente film irlandés Calvary quien, sabiendo que un miembro de la congregación va a tratar de matarlo dentro de una semana, simplemente ejerce fielmente cumpliendo su llamado pastoral como siempre. Despreciado y escarnecido por todos a su alrededor, camina hacia la muerte, haciendo fielmente aquello a lo que fue llamado. Pero “opción Calvary” es, con toda certeza, un nombre demasiado grande para algo que consiste en simplemente hacer mi trabajo. Así que sugiero que la llamemos simplemente “opción por el trabajo tradicional del pastor en una congregación normal”. Poco elegante, lo sé, pero parece capturar bien la esencia de la cuestión.

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Originalmente publicado en First Things. Traducido con autorización. Traducción de Luis Aranguiz.

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