Estudios Evangélicos

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¿Qué esperar del voto evangélico para el plebiscito de salida?

La pregunta que titula a esta columna ha estado rondando en algunos ambientes. Actualmente, si acaso los evangélicos son o no una fuerza política en Chile es un tema que ha cobrado nuevos bríos a las puertas del plebiscito de salida para votar Apruebo o Rechazo a la propuesta de Constitución de la República que próximamente debe presentar la Convención.

Desde que ocurrió el plebiscito de entrada para una Nueva Constitución en octubre del 2020, hubo evangélicos que quedaron con cierta desazón. Fue de todos sabido que hubo sectores que realizaron una intensa campaña por la opción Rechazo. Entre los fervorosos discursos de esos días, había quienes decían que, dado que los evangélicos son un 25% de la población (cifra que nadie se molestaba en siquiera interrogar), no solo resultó que ganó la opción Apruebo, sino que, según la encuesta CADEM, el 57% de sus encuestados evangélicos optó por el Apruebo, mientras que el 43% optó por el Rechazo [i]. Esto es llamativo entre otras cosas porque, si bien hubo sectores que hicieron campaña por el Apruebo, en términos comparativos su incidencia por entonces parecía visiblemente menor a la de quienes hicieron campaña por el Rechazo.

Las esperanzas fueron puestas entonces en las elecciones de candidatos a Constituyentes en mayo de 2021. Hubo una movilización a nivel nacional en la que, nuevamente, grupos organizados quisieron llevar candidatos evangélicos. Por supuesto que otra vez uno de los argumentos más importantes fue que los evangélicos son una cantidad importante de población. Había entre ellos de diversas tendencias, pero predominaron largamente los del pacto de derechas, Vamos por Chile. Si se asume que los evangélicos oscilan entre un 15% y un 20% de la población -una impresión hasta hace un tiempo más o menos estable-, lo que resulta interesante es lo siguiente: (i) De los más de 1270 candidatos a nivel nacional, los evangélicos apenas superaron los 50. (ii) De los más de 5.700.000 votos emitidos, la suma total de votos alcanzados por candidatos evangélicos (sin importar su sector político, su lista, ni si hicieron o no campaña evangélica -cosa que requeriría aún más análisis-) fue de alrededor de 250.000 [ii].

En otros términos, en (i) y en (ii) no se refleja ni el 5% del porcentaje que, se supone, es la población evangélica del país. Finalmente, a la convención entraron 6 candidatos que tienen identidad evangélica en distintas tonalidades y grados, de un total de 155 convencionales, 5 de ellos yendo del centro a la derecha y uno en la izquierda. Aquello tampoco alcanza a representar el 15% o 20% teórico de población evangélica. Ni hablar del pretendido 25%.

Un tercer momento reciente ha sido la elección presidencial y de congresistas de 2021. En el caso de la segunda vuelta presidencial, finalmente se tuvo que optar entre Gabriel Boric y José Antonio Kast. Aquí ya no había opción para la dispersión de votos. Aunque ambos candidatos hicieron gestos hacia el mundo evangélico, los de José Antonio Kast fueron mayores debido a una cercanía que viene desarrollando desde las elecciones de 2017.

En el caso de la elección de congresistas el influjo evangélico fue más notorio. Si nos fijamos en el Congreso Nacional, salió reelecta la ‘bancada evangélica’ que se formó en 2018, compuesta por Eduardo Durán, Francesca Muñoz y Leonidas Romero. A ellos se añadieron 4 evangélicos más: Mauro González, Stephan Schubert, Roberto Arroyo y Sara Concha. Todos pertenecen a algún conglomerado desde el centro a las derechas. Eso nos deja con un total de 7 diputados de identidad evangélica, de un total de 155. Desde luego, esto no representa en modo alguno el rango de porcentaje de población que se cree que son los evangélicos. También hubo candidatos al Senado, pero ninguno ganó escaño.

Un elemento reciente que cabe añadir aquí es que, según muestra la Encuesta Bicentenario 2021, los evangélicos habrían decrecido de un 18% a un 14% entre el año 2019 y el 2021. Esto también debiese tomarse en cuenta a la hora de valorar el potencial de voto que representaría el sector [iii].

Este brevísimo repaso de tres momentos eleccionarios recientes evidencia que, si por ‘voto evangélico’ se entiende la capacidad de dirimir grandes procesos electorales, el tal no existe. Ahora bien, esto no quiere decir que el voto evangélico no exista si se le entiende como la capacidad de generar una votación organizada corporativamente. En ese plano, si existe y tiene cierto potencial, porque los grupos más organizados si han logrado generar cierta incidencia en la medida en que, aunque son pocos quienes triunfan haciendo campaña específicamente evangélica, aun así, triunfan. En este sentido es destacable que, por primera vez, un partido evangélico haya logrado llevar al Congreso a una diputada de sus filas (Partido Conservador Cristiano, Sara Concha). De los partidos evangélicos de los que se tiene antecedente, ninguno logró tal cosa. Los evangélicos que han llegado al congreso antes y ahora lo han hecho a través de partidos corrientes. Así que el voto evangélico en cierto modo si existe pero en forma incipiente y, por eso mismo, no tiene una importancia fundamental como algunos han querido hacer ver.

Atendiendo lo dicho, habría que concluir por fuerza que no es esperable que el voto evangélico vaya a cambiar algo en ese proceso. Eso sí, lo que podría esperarse es que el porcentaje del Rechazo entre los evangélicos suba, debido principalmente a la tendencia de desencanto con la Convención que se ha reflejado en las últimas encuestas con el ascenso de esa opción. Esto desde luego que no es algo específicamente evangélico. Pero valga decir que también se han levantado razones de interés específicamente religioso para elegir esa opción, en cuanto que se objeta el tratamiento que la Convención ha dado a preocupaciones más cercanas como la libertad religiosa y la dignidad humana en materia de aborto. Esto, por supuesto, no quiere decir que no haya evangélicos que desarrollen su postura conforme a la oposición a otros tópicos como el pluralismo jurídico y la forma de Estado, entre otros.

Pese a lo anterior, hay que añadir que si existe la posibilidad de que hubiera un punto de quiebre importante en comparación con otros procesos eleccionarios, que refiere al hecho de que en esta ocasión el voto será obligatorio. Esto porque ahora los evangélicos ‘apolíticos’, que suelen ser menos proclives a la participación en procesos electorales o a interesarse en temas políticos en general, tendrán que acudir a la urna. Eventualmente, este factor podría incidir tanto más en el incremento de la opción Rechazo entre evangélicos, puesto que quienes se decantan por el ‘apoliticismo’ tienden a posturas religiosas más tradicionalistas, lo cual podría expresarse en posturas políticamente más conservadoras. En este campo se encuentran sectores del pentecostalismo que, como se sabe, es la corriente mayoritaria entre los evangélicos chilenos. La pregunta que habrá que resolver en el futuro es cómo saber mas menos cuantos son los evangélicos que acudieron a la urna únicamente porque el voto fue obligado. Esto será importante porque permitirá tener una idea más clara sobre el votante evangélico y, consecuentemente, sobre si acaso existe un potencial de voto corporativo, cosa difícil de saber de acuerdo a las proporciones en elecciones voluntarias.

El voto obligatorio también dirá mucho sobre la capacidad real de movilización y convencimiento que tienen los grupos evangélicos involucrados en política, en cuanto que tanto los sectores organizados por el Apruebo como por el Rechazo querrán argumentar entre los fieles la posición que defienden. Votantes del sector ‘apolítico’, a su vez, pueden acudir a la urna, pero no necesariamente sujetarse a las posturas antedichas y dejar en blanco o anular. Por lo tanto, ese sector será un campo de persuasión. Habrá que esperar encuestas post plebiscito. Si se llega a tener alguna idea sobre cómo votaron los evangélicos en este proceso en relación con otras variables, ese dato sin duda sería un aporte porque podría indicarnos mucho sobre la orientación de los evangélicos y, además, estaríamos más cerca de conocer si existe esa posibilidad del hasta ahora tan esquivo ‘voto evangélico’ en Chile.
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Notas
[i] Ver la tercera: https://www.latercera.com/nacional/noticia/el-perfil-de-los-votantes-del-apruebo-y-el-rechazo/3IJSRKKS7NHN7D5NCSK6CH3BU4/
[ii] Ver Estudios Evangélicos: http://estudiosevangelicos.org/la-politica-evangelica-en-la-eleccion-de-constituyentes-en-chile/. Se trata de una investigación cuyos resultados fueron presentados en el IV Congreso sobre el Fenómeno Religioso en el Mundo Contemporáneo, 2021.
[iii] Ver sitio de la encuesta: https://encuestabicentenario.uc.cl/resultados/