Estudios Evangélicos

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Resistencia cristiana a la cultura de guerra neoliberal

1. «Globalización» es una de las palabras más citadas de nuestro tiempo. Posee diversos aspectos:

• En su libro Global Dreams (1994), Barnet y Cavanagh hablan de cuatro dimensiones del proceso de globalización: el surgimiento de información e imágenes globales; el surgimiento de un centro comercial (incluido un bazar de armas) globales; el surgimiento de sitios de trabajo globales y de mercados financieros globales;

• En su informe Límites a la competitividad (1995) el Grupo de Lisboa identifica aún más dimensiones. Para ellos, la globalización también incluye la aparición de mega-infraestructuras para la producción y los servicios mundiales, el surgimiento de una sociedad civil global, junto con la globalización de las finanzas, la competencia, los mercados, la tecnología, y los patrones de consumo. También señalan el surgimiento de estilos de gobierno globales, y de estilos globales de percepción y consciencia.

Todo esto sugiere que a nivel o escala global efectivamente está emergiendo algo nuevo, aunque ha comenzado a partir de iniciativas nacionales y a veces incluso locales. Time (3.2.97) ha concluido que un despertar planetario de la humanidad está cerca y ya está aconteciendo. La globalización es, en todo caso, más que solo internacionalización, multinacionalización, o regionalización, como es el caso, por ejemplo, de la Unión Monetaria Europea (UME). La denominada triadización (Tríada = Japón + Europa occidental + EE.UU.) a veces se considera como un paso intermedio hacia la plena globalización; pero quizá esté más cerca de la verdad considerar esto como el centro de poder detrás de muchas formas actuales de globalización.

2. Esto conduce directamente a la pregunta por las fuentes y motivos de la globalización, y/o de su valor. Algunos ven sus fuentes como solo una extensión del capitalismo; otros (como Fukuyama) como algo distinto a eso (sin contenido ideológico al verla simplemente como el fin de la Historia como la conocemos). Las opiniones acerca de su valor también difieren fuertemente; estas varían desde el aplauso incondicional a un expreso temor, y desde la aceptación condicional al rechazo total.

Para llegar a un buen juicio deberíamos, por lo tanto, estudiar las causas, el carácter, y las consecuencias de la globalización de un modo abarcador.

3. Los principales motores o causas detrás de la globalización son: la eliminación de barreras para el comercio (liberalización), la privatización (el rol reducido del sector público), la desregulación (especialmente de los mercados de capital) y el auge tecnológico que, por ejemplo, facilita la comunicación y la información mundiales (la internet, etc.). Por lo tanto, el mundo de los negocios ahora podría comenzar desde la formación de muchas transacciones inter-empresa y de alianzas entre gigantes multinacionales. ¡Tales alianzas suelen formarse con la inclusión de los gobiernos nacionales en el campo de batalla de la competencia! En consecuencia, la globalización nubla la ya tenue delimitación entre gobierno y el mundo de los negocios.

El carácter de la globalización, por lo tanto, es de naturaleza principalmente económica y tecnológica, incluyendo la posible eliminación de otros competidores. Las demás dimensiones de la vida —social, política, cultural— a menudo resultan profundamente influenciadas por este proceso y reaccionan, normalmente a modo de adaptación y acomodación forzada.

Las consecuencias de la globalización se pueden formular entonces en términos de inclusión y exclusión.

4. La inclusión en este caso es una cuestión de ser arrastrado (como nación, como grupo, como personas) hacia la esfera de la influencia global. Esto ocurrirá o porque uno tendrá que soportar las consecuencias sociales, económicas y culturales de lo que hacen los actores globales (como las corporaciones y bancos mundiales e instituciones internacionales), o a causa del efecto de los desarrollos globales generales en el campo de la tecnología, la comunicación, las finanzas, el transporte, etc. En ambos casos hay influencias en el actual estilo de actuar y pensar. Cada nación, cada ciudadano de este modo ahora está siendo «incluido» en la economía mundial.

La exclusión se refiere especialmente a lo que se les niega a personas, grupos o naciones especiales en cuanto a disponibilidad de poder, impidiendo la participación en el proceso de toma de decisiones y/o acceso a los recursos. Quiero enumerar algunos ejemplos.

• Los países pobres no tienen acceso a la creación de liquideces internacionales; la creación de monedas clave está plenamente reservada para los países ricos.

• Los flujos de capital en el mundo ahora están principalmente privatizados, y van adonde está la más alta utilidad financiera, lo que significa que ahora los países menos desarrollados reciben menos del 2% de los flujos de capital del mundo (Límites a la competitividad, p. 25).

• Los flujos de intercambio comercial están aumentando dentro de la zona de la tríada, pero tienden a disminuir en lo que respecta al comercio con los países más pobres; en el mercado de exportación de bienes manufacturados, los 102 países más pobres en 1980 todavía poseían una participación del 7,9%, pero en 1990 esto había disminuido a solo el 1,4% (Límites, p. 71).

• Sobre el 80% de las patentes en los países del tercer mundo ahora son propiedad de extranjeros (Barnet y Cavanagh p. 354).

• A los migrantes económicos del Sur no se les permite entrar en los mercados laborales del Norte.

• En el Sur, la tierra de la gente es transferida a un ritmo creciente a empresas globales, y/o es destinada a ser incluida en zonas de exportación regionales (ver, por ejemplo, Kenichi Ohmae, The End of the Nation State, 1996).

5. La combinación de las fuerzas de inclusión y exclusión implica para muchos países, grupos y personas tener que soportar cargas adicionales sin ninguna compensación, siendo marginados e incluso obligados a presentar sacrificios. Esto significa que se exige que mujeres y niños contribuyan a una pirámide de sacrificio. Su salud y condiciones de salud pueden resultar dañadas, pueden verse reducidos sus derechos a bienes básicos y provisiones públicas, e infringidos sus derechos de propiedad. Esto también puede acontecer de formas indirectas, por ejemplo, mediante discriminación social y política. Y, además, las economías de los países del Sur suelen estar sujetas a «programas de ajuste estructural» por parte de las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), pero a la economía más desequilibrada del mundo, a saber, la de Estados Unidos, se le concede exención de cualquier exigencia de adaptación.

6. Las consecuencias estructurales generales de este desarrollo nos apremian a ir a un nivel de análisis más profundo, también desde un punto de vista cristiano. Dos observaciones aquí pueden ser de algún valor.

A. No hay nada malo en el desarrollo como tal, pero siempre tiene que ser una cuestión de tener equilibrio, un proceso mediante el cual hay una simultánea realización de normas (ref. Profesor T. P. vander Kooy). Se pueden mencionar al menos seis niveles en los cuales la globalización es o alimentada por, o conduce a distorsiones fundamentales y desequilibradas:

i) El desequilibrio entre la expansión dinámica y aquello que no puede expandirse, o solo puede moverse lentamente. A causa de la acelerada velocidad de desarrollo tecnológico y material y los flujos del comercio, no solo la propia naturaleza se ve amenazada, sino también la vida comunitaria (ver, por ejemplo, Herman Daly, Free Trade, Capital Mobility and Growth versus Environment and Community ISS, La Haya 1996). En tal visión «dinamista» del mundo, las artes tradicionales, los ancianos, los discapacitados y los débiles son menos respetados y honrados porque consumen sin ser «productivos»; tienen que permanecer relegados o simplemente son relegados;

ii) El desequilibrio entre las dimensiones económico-financieras y los intereses sociales y culturales: ahora crece una dominante influencia de la medida del dinero incluso en aquellos ámbitos de la vida que originalmente nada tenían que ver con los grandes negocios; considérese la caridad, los deportes, la sexualidad, y la transferencia de órganos humanos.

iii) El desequilibrio entre el mundo económico y el financiero: existe una creciente desproporción entre el dinero que se usa para transacciones reales y el dinero utilizado en la típica esfera financiera. Las razones que describen este desequilibrio regularmente se mencionan entre 1:30 y 1:60, indicando que las finanzas se han convertido en gran medida en un asunto autónomo, guiadas por expectativas subjetivas y ánimos especulativos. Las reservas internacionales de dinero ahora son inferiores a las ventas de dos días de transacciones de dinero en los mercados de divisas (es decir, el mercado de intercambio de moneda).

iv) el desequilibrio entre los intereses generales y los intereses privados: el capital privado global está presente en abundancia, pero existe una clara escasez de capital para propósitos públicos o sociales; las políticas quedan bajo el control de los intereses privados, mientras que los gobiernos están involucrados en la lucha competitiva (Límites p. 62).

v) El desequilibrio entre sabiduría y conocimiento: existe una tendencia hacia el exceso de información. Los flujos de información explotan, pero casi no existe reflexión acerca del posible uso de la información, y acerca de la dirección y el significado de todos los desarrollos globales recientes.

B. Si muchos de los desequilibrios se distorsionan simultáneamente, entonces esto garantizará el involucramiento de la violencia. Esto puede suceder, por una parte, debido a la inevitable necesidad de imposición de la ley que corre a la par de los procesos de globalización. Esta imposición normalmente se «vende» a los pueblos y naciones como obligatoria porque «no hay alternativa» (TINA, por su acrónimo en inglés, y el eslogan de la OMC). Pero, por otra parte, tal distorsión acumulativa y multifacética también conduce a una multitud de reacciones adversas (piénsese en el etnicismo y el surgimiento de la criminalidad en el circuito financiero). Martin van Creveld predice en su obra The Transformation of War (1991) que los conflictos de alta intensidad entre estados disminuirán inevitablemente, pero que los denominados conflictos de baja intensidad dentro de las naciones pero también entre naciones inevitablemente aumentarán. Esto lo lleva a la conclusión de que «si, como parece ser el caso, el estado no puede defenderse efectivamente del conflicto de baja intensidad interno o externo, entonces claramente no tiene futuro por delante».

7. Una combinación de A y B conduce a la conclusión de que estamos en el proceso de una transformación gradual de economías nacionales a una sociedad túnel global, a menudo compuesta de bloques regionales, con una ideología de competencia en su centro, acompañada de correspondientes estructuras de pecado (como lo identifica Juan Pablo II en Solicitudo rei socialis), y de la cual el aspecto bélico interno es primordial.

Pero eso es un resultado que los cristianos confesantes sencillamente no pueden aceptar. Porque aquí nos enfrentamos a una ideología espiritual y profundamente desorientadora, a causa de la hipnosis inherente y la adoración de la rivalidad, y con «una sociedad en formación» que no solo tiende a arruinar la tierra, sino que incluso puede destruir por completo la condición humana (Hannah Arendt).

8. La resistencia, por lo tanto, es necesaria: no contra la tecnología como tal, o contra el desarrollo económico como tal, sino contra su orientación espiritual distorsionada, su falta de equilibrio, su naturaleza sacrificial, las idólatras puntas de lanza de su poder global dominante. Esto implica que sin una dimensión de profundidad espiritual cualquier resistencia actual no tendrá éxito alguno.

i) La verdadera resistencia en este caso necesita primordialmente el poder de la convicción que se convierte en un poder para convencer mediante su mensaje para toda la humanidad, pero especialmente para los poderosos, que es totalmente inútil ganar un mundo y al mismo tiempo perder el alma. Eso es cierto para las naciones, pero también para las comunidades de negocios.

ii) Segundo, la resistencia necesita percepción. Tal percepción es necesaria respecto al conocimiento de formas alternativas concretas, y una confianza de que ellas existen. Estas alternativas siempre deberían estar relacionadas con un concepto que conciba el crecimiento y el desarrollo, no como algo que siempre se está expandiendo, sino que está floreciendo. Una economía floreciente está en completa correspondencia con la norma de la oikonomia (atención de la casa) en su significación para la cultura de cada persona. Contra la postura de que no hay alternativa (TINA) debemos seguir afirmando que «hay miles de alternativas». Esto presupone una positiva apreciación de conceptos tales como «suficiente» y «saturación».

iii) Tercero, se necesitará cooperación. Especialmente cooperación entre los grupos y movimientos alrededor del mundo que se preocupan por el futuro de nuestro planeta y por la prevaleciente injusticia causada a los pobres y débiles, particularmente cuando esa injusticia toma la forma o el camino por el cual la exclusión se incrementa. Una sociedad civil mundial podría convertirse en la base y la plataforma de una consciencia global recargada.

iv) Cuarto, y lo más urgente, se necesita un despertar. Este despertar se exige especialmente dentro del cristianismo occidental para que se levante de su sueño hiperactivo. Esto no es porque tengamos un nuevo programa para salvar el mundo o un gran metarrelato que presentar, sino porque estamos llamados a caminar por la senda de la obediencia concreta a las normas del amor, la justicia y la mayordomía en la vida socioeconómica de hoy, aun si eso conduce a formas de sufrimiento, y a una directa y dolorosa oposición a los poderes dominantes y las instituciones poderosas.

Porque allí donde terminan los sentimientos de empatía y solidaridad, comienza la norma bíblica del agapē (Joseph L Hromadka 1889-1969).

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Presentado originalmente en el año 2003, en la Second International Consultation of the Christian Peace Conference (2ª Consulta Internacional de la Conferencia Cristiana por la Paz), en Zúrich. Documento resumen de la contribución a los aspectos social y económico del tema, con especial referencia al actual proceso de globalización.

Publicado en All of Life Redeemed. Traducido por Elvis Castro.