Estudios Evangélicos

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Una vida digna en Babilonia

Introducción.

¿Cómo vivir como seguidores de Jesucristo? Es una pregunta sencilla y profunda a la vez, que no es nueva para quienes servimos en el Grupo Bíblico Universitario de Chile. De hecho, es parte central de nuestra actividad, preguntarnos, respondernos, contrastar y trasladar a la vida práctica esta cuestión.

En relación a la desvinculación de los creyentes del mundo en el cual viven, Robinson Cavalcanti, trágicamente fallecido obispo anglicano brasileño, dijo sarcásticamente respecto a la iglesia: “La falta de pertinencia del protestantismo llegó a tal punto que si el rapto ocurriese hoy, la sociedad brasileña tardaría una semana para notar que los creyentes no están allí” [1]

¿Será cierto esto también en nuestro contexto Chileno? Quiero proponer en esta breve reflexión, un marco reflexivo, una opinión personal y algunas consideraciones pastorales.

A. Un marco reflexivo.

Para el creyente de tradición evangélica protestante, la cuestión de cómo vivir siendo seguidor de Jesucristo, no difícilmente cae en una tensión básica de tipo dualista: ¿Qué es más importante? ¿predicar el evangelio o preocuparse de las responsabilidades sociales?

Tal como el pueblo de Israel en el cautiverio en Babilonia tuvo que aprender a vivir en una realidad que resultaba compleja, adversa y sin duda indeseable a momentos [2], el evangélico actual debe aprender constantemente a vivir en un mundo caído. Ahora bien, varios autores han reconocido que esta tensión a veces se hace insoportable, y la tentación es separar completamente la vida de fe (espiritual) de la vida común que convive con el resto del mundo (mundanal).

Aún cuando se acepte que ambas realidades pertenecen a la misma esfera, es posible también poner énfasis dualistas. Ello es lo que pasa con ¿Cuál es la relación entre Evangelismo (comunicar) y Responsabilidad Social (actuar)?. Para algunos van una supeditada a la otra. John Stott, en la Consulta de Grand Rapids de 1982, comentó: que la responsabilidad social no es solo una consecuencia del evangelismo, sino un objetivo “dado que somos salvos para buenas obras”. Segundo, es un puente para la evangelización y tercero, es su socia o colaboradora , como un matrimonio. Son como dos alas de un avión [2].

En este contexto, Stott se alinea con la llamada Misión Holística, (Misión Integral Latinoaméricana). Para hacer un importante contraste entre las buenas obras individuales o aisladas y el verdadero ministerio comprometido con la tierra en que vivimos, Stott va más allá al afirmar lo siguiente:

“Tenemos que estar de acuerdo que el asistencialismo social no es suficiente. Trabajar – incluso promover la agitación pública – en pro del cambio legislativo es una expresión escencial del amor al prójimo. Por ejemplo, tenemos que ir más allá de la curación de individuos a la creación de hospitales, donde se concentran las diversas especialidades de la medicina; más allá de alimentar a los hambrientos, al establecimiento de un nuevo orden económico internacional en el cual se suprima el hambre; más allá de vendar a los heridos como el buen samaritano, a la tarea de librar el camino de Jericó de malhechores; y más allá del trato justo a los esclavos a la abolición de la institución de la esclavitud misma. Puede que no haya ninguna garantía bíblica explícita para estas cosas… (pero) La acción política (que podría definirse como el amor en busca de la justicia para los oprimidos) es una extrapolación legítima del énfasis bíblico en las prioridades prácticas del amor.” [4]

En la misma línea, pero vinculado a la misión universitaria (un ejemplo de la misión en la vida común), Vinoth Ramachandra, teólogo asiático dice:

“La encarnación de la Palabra de Dios en carne humana nos habla de la identificación, la
dependencia, la vulnerabilidad y la debilidad. Proclama a un Salvador que viene a nosotros,
dondequiera que estemos, nos mira a través de nuestros ojos, habla con nuestra lengua, se
viste con nuestra ropa, sufre nuestras enfermedades y se solidariza con nosotros. Un
compromiso encarnacional con la universidad implica que estamos completamente
inmersos en la vida universitaria. Significa que no estamos entrando de vez en cuando
desde fuera, asistiendo a nuestras clases o llevando a cabo las “misiones” sin mantener un
diálogo y sin encontrarnos con los miembros de la universidad. Deberíamos estar
implicados en posibilitarlo para que se convierta en una forma en la que Dios bendiga a la
humanidad.” [5]

B. Una Opinión Personal.

En mis 15 años de trabajo en el ministerio estudiantil cristiano, creo que he formado una apreciación acerca de la realidad de este dualismo en nuestras iglesias. En términos generales me atrevería a decir que hay una carencia generalizada de poder conciliar el mundo de la fe y del hacer, incluyendo en este último aspecto el “cultivar la tierra que nos fue dada”. Cada generación de estudiantes con los que me toca trabajar trae implícita una carga dualista, en la cual puede estar fuerte uno u otro aspecto. El mundo, o lo espiritual. Generalmente es esto último. La separación entre lo sagrado y lo secular se hereda de un evangelio parcializado, que pone énfasis en la salvación del alma, como aspecto central de la obra de Cristo. Es difícil trabajar con esta materia prima, pues finalmente el efecto que ello tiene en la misión universitaria es una “misión de ataque”, de estudiantes que se preparan para el evento evangelístico, para el estudio bíblico, para salir a “cazar almas” pero que no encuentra relación entre su carrera y su fe.

Aún así, creo que es maravilloso el efecto que tiene en los jóvenes el encontrarse con una lectura bíblica que integra los distintos relatos de las Escrituras en la Gran Historia de Dios, con centro en Jesucristo (Teología Bíblica). Una lectura bíblica contextualizada, permite que el ejemplo de Jesucristo, a la vez que su rol en la reconciliación de Dios con el hombre y con todas las cosas, ayude a que cobre sentido una mirada integradora de la misión.

Creo que debemos estudiar mejor en nuestras congregaciones chilenas el aporte de numerosos autores, hombres y mujeres del mundo mayoritario, incluyendo nuestra América Latina, que han tenido una sensibilidad especial en percibir la necesidad de dejar esta división dualista que tanto daño le hace a la unidad de la iglesia y su misión. Me pregunto, en nuestras congregaciones, ya sea de iglesias históricas o emergentes, ¿Cuántos de nuestros jóvenes, pastores y líderes están familiarizados con estas perspectivas teológicas? ¿Cuánto de los seminarios teológicos nacionales consideran en sus currículos miradas integradoras de la fe y la vida? Quizás estas preguntas escapan un poco al objetivo de este conversatorio, pero lo menciono pues creo que es relevante a la hora de ver las inclinaciones que tienen nuestras congregaciones, desde mi parecer.

C. Algunas consideraciones pastorales.

Hay que vencer la tentación de sentarse en el sillón de un juez. Creo que es necesario extender hoy más que nunca la gracia hacia quienes, habiendo puesto su fe en Cristo, no han entendido las dimensiones del Evangelio que esbozo en este breve escrito.

Creo que en la multiforme Gracia de nuestro Señor, cada uno de nosotros tiene mucho que aprender de cada otro.
Tampoco debemos ignorar, que el llamado ‘mandato cultural’, o el acto mismo de la ‘misión integral’ es dado a la iglesia como un cuerpo. A veces nos angustiamos pensando que cada uno como individuo debe ser capaz de presentar un perfecto e intachable testimonio tanto en la teología, la ciencia y el arte, como en la protesta pública y la palabra de ánimo. Pues si bien esta sería una realidad hermosa, y deseable, la realidad es que esta misión la cumpliremos a cabalidad como cuerpo. Cada cual con sus dones y talentos, edificarán la iglesia para bendecir al mundo, por lo que nadie debería sentirse menoscabado o frustrado si no lograra hacer el trabajo solo ¡No es lo que se espera!

Creo que debemos como cuerpo fortalecer a nuestros miembros más débiles, para que podamos ser fieles testigos del Señor al que seguimos, en un mundo que necesita tanto su palabra como su abrazo.

*Gustavo Sobarzo es Secretario General GBU Chile.

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Ponencia presentada en el Conversatorio «Hablemos de verdad: Por una vida digna en Babilonia», Sede Cru – Chile, Santiago, 26 de Octubre.

Notas
[1] Citado por René Padilla, en “Misión Integral: Ensayos sobre el Reino de Dios y la Iglesia”, p. 49, Ed. Kairós, 2012.
[2] Jeremías 29
[3] John Stott, El Cristiano Contemporáneo. P.326. Ed. Nueva Creación, 1995.
[4] Ibid. P 335
[5] Vinoth Ramachandra, El Testigo Cristiano en la Universidad, Palabra y Mundo Nº3, IFES 2017